Pero Estados Unidos decretó un boicot a esta edición, al cual se sumaron naciones como Japón y Alemania Federal, pero otras permitieron a sus autoridades olímpicas la opción.
De tal forma, delegaciones como las del Reino Unido y Francia estuvieron presentes en esta cita bajo la bandera y el himno del Comité Olímpico Internacional (COI).
Los estadounidenses perdieron su continuidad histórica desde Atenas 1896, para dejar como únicas sin ausencias a Grecia, Australia, Reino Unido y Suiza. De este último país no concurrió una delegación a Melbourne 1956, pero sí estuvo representado en la lid ecuestre de esa cita efectuada en Estocolmo.
Historiadores del deporte reclaman falta de lucidez para estos Juegos, con el pretexto de la inasistencia de grandes figuras del orbe, sobre todo los norteamericanos.
¿Cómo explicar entonces que en Moscú 1980 se establecieran 36 récords mundiales y 74 olímpicos? De hecho, estos últimos fueron mejorados en mas de 200 ocasiones y se estima en casi mil las marcas nacionales implantadas.
Cómodamente la nación anfitriona encabezó el medallero con una cifra nunca antes -ni después- alcanzada de 195 preseas (80-69-46), seguida por Alemania Democrática con 126 (47-38-41), únicas en sobrepasar el centenar.
El gimnasta soviético Alexander Ditiatin se convirtió en el único concursante en alcanzar ocho medallas en una sola edición y la consentida de Montreal 76, la rumana Nadia Comaneci, obtuvo otras dos medallas de oro, idéntica cifra a la de Nelli Kim (URSS).
A esas hazañas se añadió la del cubano Teófilo Stevenson, único boxeador en obtener tres títulos consecutivos en la misma categoría (superpesada) del pugilismo olímpico.
En este deporte fue Cuba la gran triunfadora al capturar preseas en 10 de las 11 divisiones entonces existentes, de las cuales seis fueron de oro, dos de plata y dos de bronce.
Ángel Herrera, titular cuatro años antes en los pesos ligeros, repitió en Moscú para estar entre los escasos boxeadores con par de éxitos sucesivos.
Esas preseas, sumadas a las 10 del atletismo, judo, tiro y levantamiento de pesas dieron a la mayor isla antillana el cuarto lugar por países de los Juegos, detrás de la URSS, Alemania
Democrática y Bulgaria.
Mención especial merece la jabalinista María Caridad Colón, primera mujer latinoamericana en obtener un título olímpico en todos los tiempos, además de implantar récord para estas justas.
En el campo y pista, del total de 38 medallas de oro disputadas los anfitriones conquistaron 15 y los alemanes democráticos 11.
Por tercera vez sucesiva un solo hombre ganó en unos Juegos las carreras de cinco y 10 mil metros. Aquí correspondió el honor al etíope Mirus Yifter, después del finés Lasse Viren en Múnich y Montreal.
Dos soviéticos fueron protagonistas de quebrantamientos de barreras hasta entonces infranqueables en los eventos de atletismo y natación.
Nadezhda Tkachenko superó por vez primera los cinco mil puntos (5,083) en el pentatlón y el tritón Vladimir Salnikov bajó de los 15 minutos (14:58,27) en la agotadora prueba de los mil 500 metros.
Precisamente en la natación, Alemania Democrática se llevó 29 de las medallas de todos los colores disputadas. Sus dos estrellas fueron Barbara Krause (100 y 200 metros libre) y la quinceañera Rica Reinisch (100 y 200 mts espalda).
El británico Daley Thompson era demasiado joven (18) cuando en Montreal 76 salió al ruedo en el decatlón, en el cual coincidentemente ocupó el decimoctavo lugar, pero ganó en
experiencia.
Cuatro años después tomó la punta desde la misma primera prueba, los 100 metros, y terminó con una ventaja de 164 unidades sobre su más cercano perseguidor. Fue la primera medalla de cualquier color para el Reino Unido en este evento.
Nikolai Andrianov (URSS) clasificó en su patria como el más prolífico gimnasta de todos los tiempos, pues con un oro, dos platas y un bronce en Moscú elevó su total en tres Juegos a la sorprendente cifra de 15 preseas (7-5-3), para encabezar a los medallistas
olímpicos de cualquier disciplina.
Víctor Saneiev, también soviético, trató de igualar aquí la marca de cuatro títulos consecutivos del discóbolo estadounidense Al Oerter, pero en la prueba del triple salto, pese a su gran esfuerzo, sólo pudo capturar la medalla de plata, aunque por escaso margen.
Muchos fueron los triunfadores en Moscú 1980, pero hubo uno que se granjeó la simpatía de muchos millones: Misha, así simplemente, un oso que por votación popular se convirtió en la mascota de los XXI Juegos Olímpicos.
yas/jf