Centros de salud reportaron que el 42 por ciento de las camas destinadas a pacientes graves están ocupadas, en comparación con el 20 por ciento de hace 15 días.
Pese a ese panorama, el gobernador Ron DeSantis, del Partido Republicano, se niega a adoptar medidas para evitar males mayores, incluso rechazó el uso obligatorio de mascarillas en las escuelas.
En medio del actual pico de la enfermedad, esa podría ser una jugada arriesgada en su carrera política y podría costarle caro a los republicanos del estado sureño. Según datos de la Oficina del Censo, en Florida vive uno de cada cinco casos registrados en el territorio estadounidense, donde reside solamente el siete por ciento de la población del país.
Los expertos alegan que el alza de la enfermedad se debe a la propagación de la variante delta del coronavirus SARS-CoV-2, mucho más contagiosa.
Aproximadamente la mitad de los habitantes están vacunados, pero entre los enfermos solamente el dos por ciento recibió el esquema completo de inmunización.
Entretanto, la Asociación de Hospitales de la localidad emitió un comunicado el pasado martes donde prevén que el 60 por ciento de las instituciones enfrenten escasez de personal en los próximos días.
Hace un año ese territorio estadounidense también encabezó la lista de contagiados y fallecidos por causa de la enfermedad.
Como es habitual en el verano, las playas de Florida se llenaron, mientras restaurantes, cines, centros comerciales y supermercados dejaron de hacer obligatorio el uso de las mascarillas, con lo cual el virus se esparció con facilidad.
En general, Estados Unidos mantiene hoy una de las peores cifras en cuanto a número de infecciones comparado con el resto de los países del mundo.
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