En un comunicado el ministro canadiense de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía, Marco Mendicino, anunció la medida destinada a ayudar a quienes son obligados a huir por la creciente crisis humanitaria.
De acuerdo con Mendicino, crearán un programa especial para ‘grupos particularmente vulnerables’ como periodistas, minorías religiosas perseguidas, personas Lgbti y activistas que deberán pasar por un proceso de admisión.
Estados Unidos también informó sobre el procesamiento del visado de más de 20 mil afganos, que quieren trasladarse a la nación norteña ante el temor de represalias de los insurgentes por trabajar para las tropas extranjeras. Mil 200 de ellos están ya en suelo estadounidense.
La ofensiva de los talibanes tiene lugar luego de la retirada de la mayor parte de las fuerzas del Pentágono y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que invadieron y ocuparon esa nación durante 20 años, entre ellos soldados canadienses.
Actualmente, los insurgentes controlan más de la mitad de las 34 capitales provinciales de Afganistán.
Ante el avance y la cercanía a la capital afgana, Washington envió tres mil efectivos para asegurar la evacuación de la mayor parte de su personal diplomático e instaron a los funcionarios en Kabul a destruir antes de la partida el material clasificado.
Según analistas, la embestida de los talibanes representa el colapso de las fuerzas gubernamentales afganas y la derrota militar de Estados Unidos, que gastó en dos décadas de invasión miles de millones de dólares anuales del contribuyente estadounidense.
La guerra en Afganistán comenzó en octubre del 2001, luego de los ataques a las Torres Gemelas, en Nueva York, en busca de los responsables de los atentados y en una supuesta cruzada contra el terrorismo.
Según cifras de la ONU, desde principios de este año casi 360 mil afganos fueron obligados a desplazarse por el conflicto, un total que asciende a millones de personas desde el año 2012 sin contar los miles de civiles muertos y heridos.
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