Los 60 agentes federales, que cumplieron 15 órdenes de registro y decomiso en la llamada Operación Tamoios, arrestaron a ocho delincuentes en Río de Janeiro y cuatro en el estado de Espíritu Santo (sureste).
Según las pesquisas, la banda utilizaba pequeñas embarcaciones e incluso buzos profesionales para transportar los estupefacientes de Río a Espíritu Santo.
En las terminales de carga de esta última división territorial, los narcóticos se embarcaban con destino a Europa, principalmente a Rotterdam, en los Países Bajos.
De acuerdo con la Policía Federal, los traficantes se disfrazaron de pescadores y buceadores de recreo para intentar despistar.
A lo largo de las investigaciones, la fuerza del orden decomisó 200 kilogramos de cocaína; 14 vehículos de lujo; seis inmuebles de clase alta en los municipios cariocas y Mangaratiba, en Río, y en Guarapari, Espíritu Santo, y 827 mil reales (más de 155 mil dólares) en efectivo.
Las órdenes de detención fueron emitidas por el tercer Tribunal Penal Federal de Río. La indagación duró unos dos años y contó con el apoyo de la Autoridad Portuaria.
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