En un pronunciamiento desde la Casa Blanca, horas después de dialogar con líderes del G7 (grupo de los siete países más ricos del mundo), el mandatario dijo que están en camino de concluir la evacuación de su personal y colaboradores antes del 31 de agosto.
No obstante, solicitó al Pentágono y al Departamento de Estado preparar planes de contingencia en caso de necesitar más tiempo para sacar de aquella nación -donde estuvieron 20 años- a sus ciudadanos, socios y personas de terceros países que lo soliciten.
El gobernante señaló que la situación en Kabul, la capital afgana, puede deteriorarse mientras más tiempo Estados Unidos permanezca allí, donde ahora están seis mil soldados de Washington.
Cada día nuestras tropas enfrentan riesgos adicionales, pero el repliegue depende de que los talibanes cooperen y permitan el acceso de las personas al aeropuerto, manifestó.
Poco antes de estas declaraciones, Biden dio esas mismas explicaciones a sus aliados en la cita virtual del G7 a quienes reiteró que Washington trabaja para completar su retirada militar de Afganistán, donde existe también la amenaza de un eventual ataque terrorista del Estado Islámico.
Precisamente el bloque -muchos de cuyos integrantes participaron en la invasión afgana tras los ataques del 11 de septiembre a las Torres Gemelas de Nueva York- presionaba al jefe de la Casa Blanca para extender la fecha de salida definitiva.
El movimiento Talibán, que tomó el control de Afganistán hace poco más de una semana, alertó sobre cómo cualquier extensión de la presencia militar estadounidense en su territorio se consideraría una línea roja.
Los talibanes acusaron a Estados Unidos de ser la principal causa del caos en los alrededores del aeródromo de la capital afgana, repleto de miles de personas que intentan salir del país centroasiático devastado por la guerra.
En los últimos días se produjeron varias estampidas y lesiones por aplastamiento entre la multitud, con saldo de una veintena de muertos.
Luego de la ocupación militar de Estados Unidos y la OTAN, que invadieron en 2001 Afganistán en supuesta cruzada antiterrorista, el grupo insurgente retomó el poder, mientras se derrumbaron el gobierno y el ejército afganos apoyados y financiados millonariamente por Washington.
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