La investigación realizada por la compañía británica Zoe a partir de datos aportados por el King´s College de Londres reveló que en el producto desarrollado por la farmacéutica estadounidense Pfizer y la firma alemana BioNTech, la efectividad cae de un 88 por ciento inicial a un 74 por ciento transcurridos seis meses de la aplicación de la segunda dosis.
En el caso de la vacuna producida por la empresa anglo-sueca AstraZeneca y la Universidad de Oxford, la protección disminuye de un 77 por ciento a un 67 por ciento en igual periodo de tiempo.
De acuerdo con los investigadores, en el peor de los escenarios, los ancianos y los trabajadores de la salud, que fueron los primeros grupos en vacunarse contra la Covid-19 cuando inició la campaña de inmunización en diciembre pasado, podrían contar con solo un 50 por ciento de anticuerpos para combatir el virus en el invierno.
De producirse altos niveles de infección asociados al relajamiento de las restricciones sociales y a una variante altamente contagiosa, podríamos tener más hospitalizaciones y muertes, alertó Tim Spector, investigador principal del estudio que analizó los resultados de 1,2 millones de pruebas de Covid-19 realizadas en Reino Unido entre mayo y junio pasados.
El experto aclaro, no obstante, que la disminución de la protección que ofrecen las vacunas es previsible, por lo que no hay motivos para que las personas dejen de vacunarse, sobre todo ahora que predomina la variante Delta del coronavirus Sars-CoV-2.
El estudio de Zoe Covid podría apuntalar los planes del gobierno británico, que esta semana compró otros 35 millones de dosis a Pfizer/BioNTech, para aplicar una tercera inyección de reactivación a partir del otoño, frente a la reticencia de miembros de la comunidad científica que la consideran innecesaria.
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