Sin nervios, inspirado por el recuerdo de su padre, Aceituno competirá en la división de 59 kilogramos del levantamiento de pesas, con la esperanza de tener un desempeño que lo eleve al podio.
‘Estoy relajado, nada de estrés, ahora toca descanso activo, alimentación y concentración para estar al 100 por ciento’, declaró el halterista de 33 años y 1,32 metros de estatura, para quien toda discapacidad es mental.
Ni la hidrocefalia conque nació y amenazó su vida, ni la acondroplasia que causó su enanismo, ni las burlas o prejuicios frenaron a este deportista que se ha convertido en símbolo y orgullo de su pequeño gran país.
Aceituno llega a Tokio con el aval de coronarse a nive continental en Lima 2019, al levantar 182 kilogramos, y el deseo de sacarse la espina de su pobre desempeño en los Paralímpicos de Rio-2016, donde falló sus tres intentos.
Otro incentivo será un buen resultado que dedicarle a su padre, Gilberto Aceituno, un puntal en su carrera como deportista, víctima de la Covid-19.
‘Recuerdo muchas cosas que me motivan, entre ellas a mi padre, el apoyo que siempre tengo de mi madre, mi familia y de las personas que me acompañan’, declaró el paratleta élite al portal del Instituto Nacional de Deportes.
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