Esa cantidad representa un crecimiento en 146 mil personas, 1,6 por ciento, con respecto al año anterior, informó la Oficina Central de Estadísticas.
Se espera que para finales de 2024 sobrepase la marca de los 10 millones, precisó la entidad al publicar los últimos datos sobre el tema con motivo del Rosh Hashaná, el año nuevo judío, que comienza este lunes en la noche.
Los judíos representan el 74 por ciento del total, los árabes un 21 por ciento y el restante cinco por ciento (466 mil) pertenecen a otros grupos.
Los árabes-israelíes son descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras tras la creación de este país, en 1948. Desde entonces denuncian que son tratados como ciudadanos de segunda. Al respecto, la ONG Sikkuy denunció recientemente que una de las principales razones de las diferencias entre ambas comunidades es la asignación desigual de los recursos estatales.
La segregación es la norma en esta nación, en especial en materia de vivienda y educación, subrayó.
Sikkuy resaltó en su reporte anual 2020 que un 14,5 por ciento de las familias judías vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras que entre las árabes el flagelo alcanza al 45,3 por ciento.
La Oficina Central de Estadísticas precisó que el pasado año arribaron al país 19 mil 676 inmigrantes, la inmensa mayoría judíos.
Precisamente, el diario The Times of Israel denunció ayer que las políticas de Tel Aviv hacia los africanos contrastan con las de los judíos, a quienes se les otorga la ciudadanía automática en virtud de la Ley del Retorno.
Decenas de miles de personas de ese continente viven en este país en un ‘limbo jurídico y en riesgo de ser enviados de regreso a los infiernos de los que escaparon’, destaca el rotativo.
Ante una campaña aparentemente diseñada para hacer la vida en Israel lo más incómoda posible para los migrantes, muchos ya no ven al país como un lugar al que huir, sino como otro del que escapar, resalta la publicación.
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