El director de Emergencias y Resiliencia de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Rein Paulsen, subrayó ante la Asamblea General que es imperativo innovar e invertir de forma más sabia y eficiente en el rubro agrícola y alimentario.
Afirmó que el avance de la tecnología y los datos brindan las herramientas para entender y pronosticar mejor las crisis y sus repercusiones, por lo que instó a valerse de esos medios con el fin de hacer sonar las alarmas antes de que las calamidades ocurran y así adoptar las medidas para evitarlas.
Según datos de la FAO, la población afectada por una crisis alimentaria aumentó constantemente durante el último lustro y alcanzó a 155 millones de personas en 55 países en 2020. Actualmente, más de 41 millones de personas se enfrentan a ese flagelo.
Los recursos humanitarios destinados al sector alimentario se incrementaron cerca del 30 por ciento de 2016 a 2019, pero siguen siendo insuficientes para ayudar a las comunidades rurales vulnerables a fortalecer su resiliencia ante las catástrofes, precisó Paulsen.
En su opinión prever las crisis y actuar para atajarlas antes de su estallido en lugar de remar contracorriente una vez ocurrida la desgracia es más eficaz tanto desde el punto de vista humanitario como desde el costo económico de una respuesta a las emergencias, argumentó.
Por ejemplo, comentó, la FAO invirtió en el último año 250 millones de dólares en medidas preventivas para contener la plaga de langostas que se alimentan de cultivos y pastos en África oriental, en aras de salvaguardar la seguridad alimentaria de 40 millones de personas y evitar pérdidas por casi dos mil millones de dólares.
Paulsen insistió en que la prevención es extremadamente urgente con la finalidad de proteger a los agricultores, pescadores y cuidadores de ganado vulnerables, para evitar que se queden sin sustento y puedan alimentar a sus familias.
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