La Casa Blanca, luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001, se focalizó en la cruzada antiterrorista emprendida en Medio Oriente y, sin descuidar su habitual injerencia en los países latinoamericanos, ese hecho pudo influir en la rearticulación de las izquierdas en la región a inicios de este siglo.
Así lo considera Jorge Hernández, investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, para quien a partir de ahora probablemente la atención vuelva con mayor intensidad a las naciones de la zona, especialmente a aquellas con movimientos de cambio como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Según declaró Hernández en una entrevista a la televisión cubana, la etiqueta nacida con el 11 de septiembre de catalogar a cualquier movimiento como terrorista se la colocan también a muchas fuerzas revolucionarias.
Cuba -apuntó- es muestra de ello al estar incluida en la lista unilateral de estados patrocinadores del terrorismo, cuando es un país víctima de ese flagelo.
Las intervenciones humanitarias que sirven de pretexto para enmascarar las agresiones militares están a la orden del día, de manera que la coyuntura actual favorece mucho el despliegue de guerra por medios no convencionales en Nuestra América, agregó el investigador.
Pese a estar inmersos en los conflictos bélicos en otras zonas geográficas, Latinoamérica nunca pasó a secundaria o marginal en los intereses norteamericanos.
La política de Estados Unidos lo que exhibió estos años es más continuidad que cambios, la Doctrina Monroe sigue presente y el principio del Destino Manifiesto también, subrayó el experto al referirse a los históricos intereses de Washington sobre lo que considera su ‘área natural de influencia’.
Ejemplo de ello son los golpes de Estado y acciones desestabilizadoras en naciones de la región que en los últimos 20 años contaron con el respaldo de Washington.
Si bien estas intervenciones no tienen el sello de aquellas del siglo XX, cuando se enviaban directamente los marines para derrocar un gobierno y ocupar un territorio, el Comando Sur no dejó de patrullar las costas de América Latina y el Caribe, expone un análisis en el portal web Rebelión.
En ese punto coincide el politólogo argentino Atilio Borón, para quien con el revés de las fuerzas militares estadounidenses en Afganistán habrá una reconfiguración del sistema internacional y alerta sobre cómo eso hará a Estados Unidos exacerbar su voluntad de apoderarse de su ‘patio trasero’.
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