‘El país está paralizado. Nadie se fía de nadie. Los empresarios no tienen confianza. Los inversionistas extranjeros no confían en Brasil. Vamos hacia atrás. 15 millones de parados y totalmente abandonados. ¿Qué clase de país es este?’, afirmó Lula en una entrevista concedida a Radio Vitoriosa del estado de Minas Gerais (sureste).
Lamentó la existencia de familias que ponen piedras en el pavimento para cocinar. ‘La gente no puede pagar la gasolina. Las personas se están quemando con el alcohol. Es increíble que una botella de gas pueda costar 135 reales (casi 26 dólares). El país está fuera de control’, reiteró.
El fundador del Partido de los Trabajadores reconoció que no puede dormir tranquilo mientras personas, que antes eran tan felices, actualmente no pueden comprar comida.
‘No es posible que el país con más cabezas de ganado en el mundo la gente no pueda seguir comiendo carne’, lamentó y señaló que su preocupación ahora es la barriga vacía de los brasileños, pues quien tiene hambre anda con prisa.
Reveló que no paran de preguntarle sobre encuestas y ‘ahora no me preocupan las elecciones. Sinceramente, no me importa estar en primer lugar o no’, remarcó.
Según un estudio del Instituto Datafolha, realizado del 13 al 15 de septiembre, el 85 por ciento de los brasileños redujo su consumo de alimentos desde principios de año.
El 67 por ciento disminuyó en su compra de carne roja y otros productos, como el arroz, judías y pasta (34, 36 y 38 por ciento de la población, respectivamente).
Se registran 19 millones de hambrientos en Brasil, según la Red Brasileña de Investigación sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional de 2020.
Datafolha registró además el 17 de septiembre a Lula con un 44 por ciento de favoritismo y mantiene su ventaja en las encuestas de intención de voto para las elecciones de 2022.
El sondeo reveló que el exdirigente obrero supera ampliamente al mandatario Jair Bolsonaro, quien intentará su reelección en la justa comicial y se le otorga un 26 por ciento de distinción en un primer turno.
Para una segunda ronda en los comicios, Lula tendría 56 por ciento de las intenciones de votos y el exmilitar apenas el 31.
La impopularidad de Bolsonaro coincidió con el avance de una comisión del Senado que investiga la gestión gubernamental ante la Covid-19. De igual manera por la llegada de una segunda ola de la enfermedad que se acerca a las 600 mil muertes.
Por su parte, la intención de voto de Lula se fortaleció desde que recuperó sus derechos políticos tras un juez del Supremo Tribunal Federal anular todas sus condenas.
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