Con una hora de duración, la muestra comprende la proyección, en una pantalla gigantesca, de piezas icónicas de artistas como Vincent van Gogh, uno de los principales exponentes del postimpresionismo, autor de 900 cuadros y 1600 dibujos en un periodo de diez años, de 1880 a 1890.
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Otro de los pintores representados es Johannes Vermeer van Delft, uno de los más reconocidos del arte barroco y cuya producción sólo abarca 35 representaciones pues, a juicio de los expertos, sus creaciones tenían como fin la venta por encargo.
Rembrandt Harmenszoon van Rijn, también presente en la exhibición, trasciende la historia del arte como uno de los mayores maestros del barroco desde la pintura y el grabado y sus aportes en esas especialidades coinciden con la etapa conocida como edad de oro, momento cimero de la cultura, ciencia, comercio y política.
De acuerdo con la Oficina de Turismo de esa nación, las obras cobran vida mediante 60 proyectores de última generación, 50 altavoces, 15 kilómetros de cables, una resolución de 20 mil píxeles y la mayor pantalla LED interior del continente.
Gracias a esa novedosa tecnología, el público asistente admira los detalles de El jardín de las delicias, de Jheronimus Bosch, perteneciente a los fondos de exposición permanente del Museo del Prado, en Madrid, desde su ingreso en 1939 al depósito del Patrimonio Nacional de España.
La propuesta incluye además Victory Boogie-Woogie, la última e inacabada pieza del artista abstracto Piet Mondrian, incompleta en 1944 por la muerte de su autor e incluida desde 1998 en la colección del Museo Municipal de La Haya, fundado en 1866.
El sitio, ubicado debajo del Puente Erasmus, posee tres salas repartidas en mil 500 metros cuadrados y brinda a los espectadores la oportunidad de conformar su propia obra de arte digital en 3D, caminar a través de una cascada, interactuar con bancos de peces y navegar entre las nubes.
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