La realidad es más cruda de lo que se pensaba, aunque los científicos ofrecen una relativa tranquilidad a los habitantes de la isla española, al asegurar que no hay señales más alarmantes de las previstas.
De todas formas, la erupción del Cumbre Vieja desde el 19 de septiembre está lejos de terminar y los científicos mantienen una vigilancia continua sobre las coladas de lava más fluidas que emergieron el domingo.
Fue tras el derrumbe de parte del cono del cráter y se constata la existencia de tubos volcánicos cercanos a la costa, que ayudan a evacuar la lava al mar.
Las imágenes se antojan, una vez más, las de una película de ciencia ficción corregidas y aumentadas. A las casas e inmuebles engullidos por la lava, se suman enormes montículos de cenizas que cubren otras instalaciones.
Son ya 413,38 hectáreas dañadas por las emisiones del volcán con las denominadas erupciones estrombolianas, picos explosivos y caída de determinados bloques arrastrados por una enorme cantidad de lava.
De acuerdo con el director técnico del Plan de Prevención de Riesgo Volcánico (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, el enjambre sísmico viaja otra vez a los lugares donde inicialmente fue detectado en los días previos a la erupción y se está produciendo a niveles profundos de la corteza.
Al mismo tiempo, la lava del Cumbre Vieja transforma drásticamente el ecosistema en la isla de La Palma, donde asimismo la geografía cambió sustancialmente.
Fueron arrasadas más de 600 propiedades y pese a los esfuerzos de bomberos y equipos especializados, no se pudo impedir que el magma engullera prácticamente a todo el poblado de Todoque.
‘Cualquier vestigio de la zona de Guirres, una zona reconocida y disfrutada por multitud de surfistas, quedó destruida’, lamentó en un comunicado la Federación Española de este deporte.
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