En su actualización, la APIB revela además que 38 mil 467 nativos aparecen infectados y 161 pueblos aborígenes están afectados por el patógeno.
La asociación señala que el primer caso de contaminación entre sus comunidades fue el de una joven de 20 años del pueblo Kokama, el 25 de marzo, en el municipio amazónico de Santo Antônio do Içá.
Apunta que el contagio lo transmitió un médico procedente de Sao Paulo al servicio de la gubernamental Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai). Actualmente los Kokama son mayoría en los casos de decesos.
En su página web, la APIB también refiere que el Amazonas (norte) fue el primer estado en el que se corroboró la existencia de indígenas con el virus y ahora concentra la mayor cifra de expiraciones.
Llamamos la atención, añade, «sobre el hecho de que la Sesai es uno de los principales vectores de expansión de la enfermedad dentro de los territorios nativos y llega a la región con el mayor número de pueblos aislados del mundo: el Valle de Javari».
Argumenta que la falta de claridad en los datos de esa secretaría impide la identificación de muchas ciudades en las que ocurrieron pérdidas humanas.
Una vez más denunciamos la falta de transparencia y el racismo institucional de la Sesai, y exigimos el respeto de nuestros derechos, demanda.
Para la APIB, además de la Covid-19, las amenazas a los pueblos originarios son muchas y se intensifican con la negligencia y ataques de la administración de Jair Bolsonaro.
«Las tentativas de cambio legislativo, el discurso de odio, el racismo institucional y el avance del agronegocio sobre nuestros territorios caracterizan la relación del Gobierno federal con los indígenas brasileños», denuncia.
Según el último censo nacional, unos 900 mil brasileños se reconocen como aborígenes. Sin embargo, en las últimas décadas, los expertos aseguran que aumentó este número. Se trata de familias mixtas expulsadas de sus territorios a lo largo del tiempo y que ahora buscan recuperar su identidad colectiva.
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