Una vez comenzó la pandemia, muchos especialistas pronosticaron un escenario apocalíptico en estas tierras, sin embargo un año después de identificado el primer contagiado en territorio egipcio, los países africanos figuran entre los menos afectados.
Hasta ahora, el número de infectados diagnosticaados (unos tres millones 662 mil 921) y los fallecidos (aproximadamente 94 mil 298) representan apenas el 3.5 y cuatro por ciento del total mundial, respectivamente.
No obstante, las condiciones sanitarias empeoraron, los sistemas de salud colapsaron, las economías sufrieron más y obtener vacunas para iniciar el camino hacia la salvación de la enfermedad resulta una prioridad.
Junto con ese designio, desde la perspectiva de solucionar con estrategias propias los problemas regionales, la UA tratará otro asunto: finiquitar los conflictos armados, objetivo de la iniciativa ‘Silenciar las armas’.
El Sahel, franja cargada de complejidades con implicación para varias naciones, era 12 meses atrás un desafío y todavía es un punto rojo en la agenda de la organización.
Las tensiones entre Uganda y Ruanda, la inseguridad en Libia y República Democrática del Congo, y la inestabilidad en Sudán del Sur, son otras de las muchas conflagraciones vigentes.
Lejos de disminuir, muchas tensiones aumentaron por razones étnicas, extremismos, nacionalismos o tentativas de controlar recursos naturales, incluida la negociación por la Gran Presa del Renacimiento entre Etiopía, Egipto y Sudán.
Estas escaladas, convergieron con plagas de langostas del desierto, efectos del cambio climático, tuberculosis, malaria…, e incrementaron insuficiencias como esa enfermedad denominada hambre y la violación de derechos humanos.
Para ratificar sus propósitos, la UA extendió el programa de desarticulación de los grupos violentos, cruzada liderada a partir de ahora por el presidente de la República Democrática del Congo, Félix Antoine Tshisekedi Tshilombo.
El líder tomará el testigo de su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa, e intentará ampliar los esfuerzos para solventar esas crisis, además de las amenazas de terrorismo, sin descuidar la respuesta a la pandemia.
Tshisekedi liderará una organización concentrada en ordenar la recuperación económica de África y atenta, este fin de semana, a la elección de la dirección de la Comisión de la Unión Africana.
Moussa Faki Mahamat, presidente de la institución ejecutiva, aspira al puesto en solitario, pero su continuidad está en dudas. Sin dos tercios de los votos, no será reelegido, y su lugar quedará libre, lo cual supondrá otro desafío para el mandatario congoleño.
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