El calendario gregoriano hace sus propias mediciones del tiempo, pero por estas latitudes el 2021 no comenzó el 1 de enero, sino que lo hará cuando se extinga la Noche Vieja del 11 de febrero.
La fecha se fija según el movimiento de la Luna alrededor de la Tierra, y de esta en torno al Sol, pero a decir verdad, el orden allá arriba disloca un poco el de acá abajo (para bien), y la gente está más deseosa de fiestear y divertirse que de trabajar o cumplir otras tareas rutinarias.
Aunque este año un malsano bichito pretende abrir un agujero negro en la constelación de las fiestas, la capital vietnamita pudo controlarlo y, aunque preventivamente las celebrará con mascarillas, está dispuesta a que nada le contamine el Tet Nguyen Dan o Nuevo Año Lunar.
Por decreto gubernamental los feriados serán del 10 al 15, pero muchos se adelantaron a la primera fecha y con toda seguridad se retrasarán en la segunda. Algunos se toman hasta un mes, pero como es conocido, nadie se divierte más que quienes escapan de la órbita de astros, planetas y administraciones.
La mayoría, empero, respeta las normas y si festeja con anticipación el Tet, lo hace comedidamente, con arreglo a las tradiciones y las consabidas mascarillas.
Ninguna circunstancia mengua el entusiasmo de los preparativos, desde la compra de los adornos para la casa, los alimentos típicos del Nuevo Año, las ofrendas a los santos y los regalos para los amigos, hasta las actividades culturales que organizan diversas instituciones.
De ello dan fe los lugares más céntricos de Hanoi y de las demás grandes ciudades, y a menor escala, los pueblitos y aldeas de este país que a lo largo de los siglos, a sangre, sudor y lágrimas, conquistó su derecho a la paz y la felicidad de hoy.
Y a la fantasía, pues una de las cosas que más disfrutan los vietnamitas son tan candorosas como liberar carpas en ríos y lagos para que, montados sobre ellas, los genios Ong Cong y Ong Tao lleven al Emperador de Jade sus pedidos de fortuna y prosperidad.
También en honor a los santos suelen quemarse imitaciones de billetes, mantas, botas, sombreros y otros objetos casi siempre fabricados en papel o cartón rojo y dorado por ser esos los colores de la buena suerte y la abundancia.
Puesto que cada cual disfruta el Tet a su manera y estilo, también están quienes dedican su tiempo a limpiar y decorar los hogares, sabedores de que uno traspasa sin contratiempos las fronteras del Nuevo Año si lleva una visa de orden, pulcritud y purificación. Sobre todo en estos virulentos tiempos.
Por ser este el Año del Buey (en Vietnam le llaman del Búfalo), las ventas de artículos alusivos a ese animal predominan en los mercados, lo mismo fabricados en arcilla que en plástico y papel-maché o ilustrando los almanaques.
En todos, seguramente, alienta la esperanza de que esa poderosa y servicial bestia embista, pisotee y liquide a la microscópica sabandija que quiso aguarles las fiestas.
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