El hombre vive en la ciudad de Neuruppin, situada en el estado nororiental de Brandenburgo (cerca de Berlín) y enfrentará tres mil 518 cargos por cooperar material e intencionalmente en la ejecución de prisioneros de 1942 a 1945, cuando finalizó el conflicto.
Los fiscales de Brandeburgo afirmaron que el hombre, a pesar de su edad, es apto para ser juzgado, de acuerdo con la radioemisora regional NDR que no reveló el nombre del acusado.
El campo de concentración de Sachsenhausen albergó a unas 200 mil personas, fundamentalmente presos políticos, así como judíos, gitanos y homosexuales.
Creado en 1936 fue un modelo para el asesinato a escala industrial que luego se aplicó en el centro de exterminio de Auschwitz.
Ya el año pasado la justicia alemana condenó por cinco mil 230 cargos de complicidad en el asesinato a Bruno D., un exguardia del campo de concentración de Stutthof con 93 años de edad.
También acusaron a Irmgard F. (95), una secretaria del campo de Stutthof por complicidad en la muerte de unos 10 mil prisioneros.
Durante años, la justicia alemana impidió la condena de guardias y trabajadores de bajo nivel al insistir en pruebas concretas de culpabilidad individual, pero eso cambió con la condena de John Demjanjuk en 2011, que había sido guardia en el campo de exterminio de Sobibor, en la Polonia ocupada por Alemania. Fue condenado por 28 mil cargos de cómplice de asesinato.
Para el vicepresidente del Comité Internacional de Auschwitz, Christoph Heubner, el caso es un importante ejemplo de que la justicia no tiene fecha de caducidad y la persecución de los miembros de las SS (un cuerpo armado de la Alemania de Adolf Hitler) no debe terminar, ni siquiera en la vejez.
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