Hasta El Cairo viajaron dirigentes de los principales partidos y movimientos de ese pueblo árabe, que en septiembre acordaron superar diferencias e integrar un frente único para derrocar la ocupación sionista y conseguir establecer el tan deseado Estado soberano, en las fronteras previas a la guerra de 1967.
Entonces coincidieron en la necesidad de impulsar la celebración de las elecciones parlamentarias en mayo y las presidenciales en julio, a fin de lograr un sólido liderazgo capaz de sortear los obstáculos del momento, cuando Israel intensifica su política expansionista y las agresiones contra los palestinos.
La cita de esta capital permitió diseñar mecanismos dirigidos a garantizar la seguridad del escrutinio así como su transparencia, esa última con la creación de un tribunal el cual estará encargado de supervisar el proceso en las urnas, a las que podrán asistir más de dos millones de ciudadanos para ejercer su derecho al voto.
Dicha instancia deberá asimismo emitir veredictos sobre cuestiones en litigio o de otro tipo, relacionadas con los comicios.
Coincidiendo con dichas pláticas, la Liga Árabe (AL, por sus siglas en inglés) que tiene su sede en El Cairo celebró un foro de emergencia a solicitud de Egipto y Jordania.
El encuentro terminó con un llamado para reanudar conversaciones entre palestinos y el gobierno israelí, basadas en soluciones al largo conflicto con amplio consenso internacional, sobre todo las consagradas en resoluciones de la Organización de Naciones Unidas, además de las propuestas por la propia AL.
Ambos organismos abogan por la visión de los dos Estados contiguos, en las líneas divisorias anteriores a 1967, de igual forma defienden el status especial de Jerusalén, reivindicada por ambas partes.
En ese contexto el gobierno egipcio decidió abrir por tiempo indefinido el paso de Rafah, principal puerta hacia el mundo exterior para los residentes en la Franja de Gaza, controlada por Israel por aire, mar y tierra.
Se trata del único pasaje que no está bajo el dominio de la potencia ocupante y cuya reapertura significa un alivio para millares de palestinos que requieren cuidados médicos u otro tipo de asistencia.
En semanas pasadas los ministros de Relaciones Exteriores de Egipto, Jordania, Alemania y Francia conversaron aquí sobre vías para reactivar las negociaciones israelo-palestinas.
A la par de la cita palestina en esta capital, delegados libios reunidos en la ciudad costera de Hurghada planearon arreglos indispensables para el futuro referendo en esa nación del Magreb, cuyos habitantes deberán aprobar una nueva Carta Magna.
La víspera El-Sisi instó al gobierno temporal recién electo a trabajar a favor de la unidad y la armonía.
Los miembros del Foro de Diálogo Político Libio seleccionaron en Ginebra al Consejo Presidencial de transición, hasta las elecciones generales de diciembre, junto al primer ministro, quien prometió escuchar a todas las formaciones políticas y grupos, independientemente de su ubicación geográfica e ideología.
En octubre de 2020 el Gobierno de Acuerdo Nacional, asentado en el occidente de la vecina nación, y el Ejército Nacional Libio, radicado en la región oriental, decidieron instaurar un cese el fuego y convocar a votaciones parlamentarias y presidenciales con la intención de poner fin a la confrontación y conseguir una gobernanza unificada.
Los libios han vivido en un polvorín desde que el derrocamiento y asesinato de su líder histórico, Muammar Gaddafi (2011), derivara en una controversial dualidad de poderes, combates entre grupos rivales y la proliferación de mafias que trafican con migrantes irregulares, entre otros flagelos, unido a la injerencia foránea.
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