Tal afirmación la respalda una investigación realizada mediante resonancia magnética cerebral, la cual indica la necesidad de hacer exámenes a las personas que agravan por el virus SARS-CoV-2 para orientarles un tratamiento adecuado ante esta anomalía ocular.
Los expertos recomiendan pruebas adicionales como ‘la fundoscopia, que usa una lupa y una luz para revisar la parte posterior del interior del ojo, y la tomografía de coherencia óptica, una prueba no invasiva que proporciona una imagen en tercera dimensión de la estructura del ojo’.
Alertan que los problemas oculares graves pueden pasar desapercibidos en gran medida, porque los pacientes en terapia intensiva reciben tratamiento por afecciones mucho más críticas y potencialmente mortales.
Según Radiology, el mecanismo detrás de la formación de nódulos sigue siendo un misterio, aunque podría guardar relación con la inflamación provocada por el virus SARS-CoV-2.
La Covid-19 también deja secuelas en el sistema cardiovascular, respiratorio y renal, además, problemas hepáticos, fatiga permanente, envejecimiento del cerebro, desorientación en el terreno, caída de los dientes, pérdida del olfato, el paladar y el cabello.
Estudios recientes demostraron que muchos pacientes que sufrieron la enfermedad hoy padecen trastornos psiquiátricos como el estrés postraumático, ansiedad, insomnio y depresión.
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