De acuerdo con la entidad federal, Berger, de 95 años de edad y quien vivía en Estados Unidos desde 1959, participó en ‘actos de persecución promovidos por los nazis’.
A juicio del fiscal general estadounidense en funciones, Monty Wilkinson, esta deportación demuestra el compromiso del Departamento de Justicia de ‘asegurarse de que su país no es sitio seguro para quienes participaron de crímenes contra la Humanidad y otros abusos a los derechos humanos’.
Sin embargo, diversas voces afirman que Estados Unidos es una nación que contiene dos ideas radicalmente opuestas: la supremacía blanca y la igualdad ante la ley.
Este país, recalcan, acoge a más inmigrantes que cualquier otro, pero sufre crisis traumáticas con solo mencionarlos, y su expansión geográfica fue posible gracias a la limpieza violenta de los habitantes originales.
Reportes de prensa recordaron que la orden de deportación contra Berger, emitida por la jueza de inmigración Rebecca Holt, ocurrió en marzo de 2020.
Según Holt, el deportado estuvo estacionado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) cerca de Meppen, Alemania, donde prisioneros eran mantenidos en ‘atroces condiciones y trabajaban hasta la muerte’.
Berger admitió en un juicio en su contra que evitó que los reos escaparan de dicho campo de concentración, pero aseguró desconocer los maltratos cometidos allí y seguir órdenes de sus superiores.
Por otra parte, las informaciones subrayaron que la Justicia alemana abandonó el proceso contra Berger en diciembre pasado por carecer de evidencias suficientes sobre el caso.
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