En acto por el segundo aniversario del Plan Nacional de Descarbonización, efectuado en el capitalino Parque Ecológico La Colina de Curridabat, el presidente Carlos Alvarado firmó el decreto que crea los PANU, iniciativa liderada por el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Los PANU buscan preservar hábitats remanentes, capturar carbono, estimular la recreación y ecoturismo; propiciar la conectividad biológica con la trama verde de la ciudad y sus ríos, y prevenir desastres naturales.
El mandatario tico afirmó que esta nueva categoría de manejo permitirá enfocar las estrategias de conservación en las necesidades específicas que tienen los espacios amenazados por el crecimiento urbano no planificado.
Resaltó que es parte de los esfuerzos por subsanar la deuda histórica que tiene el país con la protección medioambiental en las ciudades.
El decreto establece que los gobiernos locales podrán incentivar la adhesión voluntaria de propiedades privadas a la nueva categoría y de esa forma promover la protección y uso sostenible de sitios naturales claves en sus cantones.
El bosque húmedo premontano – presente en los ecosistemas del Valle Central que calzan con las principales zonas urbanas del país– es el segundo tipo más alterado y reducido, pues tan solo se conserva un 1,75 por ciento (nueve mil hectáreas) de su cobertura original.
Para la titular del Minae, Andrea Meza, los ecosistemas urbanos son fundamentales para tener ciudades y personas sanas, y agregó que dentro del Plan Nacional de Descarbonización, Costa Rica se comprometió a tener cuatro mil 500 hectáreas de áreas verdes para el bienestar de la ciudadanía.
De su lado, el representante residente del PNUD en Costa Rica, José Vicente Troya, aseguró que lo más apasionante de este proceso es atestiguar cómo este país lidera una nueva economía descarbonizada.
Un camino, exaltó, que el mundo debe seguir en este momento de la historia que nos tiene asediados, por un lado, con una crisis de salud global que está disparando la pobreza, el desempleo y la violencia contra mujeres y niñas; y por otro lado, con una emergencia climática acelerada que pone en riesgo la sobrevivencia de la humanidad.
De ahí la urgencia de construir ciudades verdes y sanas que proporcionen seguridad y oportunidades de desarrollo socioeconómico, subrayó Troya.
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