La enviada de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en el país asiático, Christine Schraner Burgener, lo calificó como ‘el día más sangriento’, tras reportarse muertes en las ciudades Monywa, Yangon, Mandalay, Salin, Myingyan, Dawei y Miytkyina.
Los videos de los enfrentamientos entre manifestantes y militares confirman que, además de escopetas para balas de goma, algunos soldados tienen pistolas, e incluso testigos aseguran que en Yangon también utilizaron ametralladoras ligeras.
Schraner Burgener añadió que vio un video del ejército golpeando a un grupo de tres paramédicos de emergencia.
En una conferencia de prensa, la representante de la ONU mostró un escrito de la junta en el que se lee: ‘Estamos acostumbrados a las sanciones; las hemos sobrevivido en el pasado. Hemos aprendido a caminar con pocos amigos’, lo cual refleja desdén hacia el riesgo de aislamiento internacional.
Por un lado, la población parece estar decidida a continuar con la desobediencia civil que está paralizando la economía del país, y por el otro la junta también parece resuelta a mostrar una resistencia más dura.
En los últimos días los soldados dispararon sin previo aviso y sin recibir ninguna amenaza previa, y según la Organización No Gubernamental ‘Save the Children’, entre los asesinados recientemente hay dos niños, de 14 y 17 años.
Hoy se supo además que tres agentes de la policía de Myanmar cruzaron al estado de Mizoram, en el noreste de India, para buscar refugio allí, en lugar de cumplir las órdenes dadas por la junta militar.
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