Sus 1,48 metros de altura y 48 kilogramos de peso contrastan con el talento y la humildad de una atleta devenida, a sus 34 años, uno de los grandes rostros del judo femenino.
Más allá de las 50 medallas que acumula hasta ahora tiene una modestia envidiable y un enorme corazón puesto al servicio de quien más lo necesite en su otra profesión, la de médico.
Pareto entra siempre segura al tatami, dispuesta a proyectar a su oponente, como ha sucedido en tantas ocasiones, entre ellas los Juegos Panamericanos de Lima 2019. La ‘Peque’ -un apodo que se quedó para siempre- venció a la brasileña Nathalia Brigida por ippon y Argentina estalló de júbilo.
Así ha moldeado cada batalla en el judo y la vida.
La estelar deportista es un torbellino en el tatami, fuera de él también, pues no para un segundo de trabajar con rigurosidad, incluso ahora en estos tiempos de pandemia, cuando su casa es su nuevo gimnasio.
JUDO Y COVID-19
A la par, comparte su tiempo con otro gran amor, la medicina, que ejerce a diario en un hospital de la localidad de San Isidro, en el llamado Gran Buenos Aires, donde ha estado en el primer frente de batalla contra la Covid-19 o donado sangre varias veces.
Ya está acostumbrada a maratónicas jornadas que suelen acabar pasadas las 10 de la noche; en eso lleva más de una década de su vida, entre competencias, sacrificios, logros a pulmón y viajes constantes entre horas de guardia y otras de entrenamientos.
Pareto, quien por estos días compitió en Qatar en su primer tope de 2021, fue la primera mujer argentina en ser campeona olímpica, luego de vencer en Río de Janeiro 2016. Pero más allá de sus preseas doradas en mundiales y panamericanos, sonríe siempre, pese a las adversidades, y nunca se le ha subido la fama a la cabeza.
Gracias a la gentileza del entrenador cubano Erick León, conocí a Pareto en una entrevista exclusiva con Prensa Latina -hace dos años- en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard). En aquel momento se preparaba para Lima y venía de ganar metal de bronce en el Grand Prix de Montreal.
EL DIÁLOGO
Esperé un poco mientras entrenaba. Allí, en el gimnasio, estaban sus colegas de voleibol, entre otras disciplinas. La primera pregunta en esa helada mañana porteña pasó por la cabeza nada más verla ¿con ese cuerpecito tan diminuto, cómo haces para doblegar tan rápido a las oponentes? Paula, sonriente, hizo una pausa y respondió:
‘Cada competencia para mí es como arrancar de cero y allí, sobre el tatami, siempre intento dar lo mejor como si fuera la primera vez’, dijo.
Sobre qué siente cada vez que sale a competir portando los colores de su país, la titular olímpica afirmó que es uno de los privilegios que tienen los deportistas, ‘poder llevar nuestra bandera a todos los países del mundo’.
‘Cuando luchas por una medalla y estás en el podio todo un estadio ve los colores de tu bandera y se siente una gran emoción. Los deportistas somos grandes embajadores a nivel mundial y es una alegría que me vaya bien’, espetó ‘la Peque’, consciente de la responsabilidad que tiene como atleta, como joven y mujer también.
Paula, quien pone a prueba sus conocimientos en la especialidad de traumatología, lleva una vida intensa, casi sin tiempo de sosiego, pero –expresó- solo es cuestión de organizarse.
Ella nos relató su día a día. Por las mañanas y en la tarde está en el hospital, luego hace doble turno en el judo y en el gimnasio, sin contar los sábados y los domingos que, como descansa de su labor de médica, lo destina al entrenamiento. Así se le ve en estos tiempos de pandemia.
Como todo atleta, no ha sido color de rosa la vida de esta gran mujer argentina, quien ha visto coronar sus sueños con esas medallas, pero solo ella sabe cuánto sacrificio y dolor hay detrás pues los golpes en el tatami siempre están a flor de piel, pero, como ella misma dice, hay que salir y seguir luchando.
Uno de los momentos más duros de su carrera fue antes de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, cuando una lesión importante en su cervical puso en riesgo todos sus sueños e incluso le recomendaron dejar el judo y luego le pidieron reposo absoluto por un mes.
‘Fue un momento de incertidumbre, no sabía si el reposo iba a ser que mejorara o empeorara a tan corto tiempo de unos panamericanos. Gracias a Dios todo salió y en esos Juegos se dio todo bien’, contó.
En tanto, como puede esperarse, su momento más feliz fue al ganar la medalla dorada en Río de Janeiro.
FUTURO
En una entrevista reciente al Portal Ser Argentino, Paula dejó claro que aún hay mucha Pareto por delante, pues el retiro no entra en sus planes. ‘Pienso en cada competencia como si fuese la última’.
Quiere estar en los Juegos Olímpicos de Tokio, esos que todavía se tambalean. ‘Primero dije que me retiraba en Beijing, en Londres, después en Río y aún sigo acá’, expresó a la referida publicación.
En tanto, durante el diálogo con Prensa Latina, también tuvo palabras para Cuba. ‘Siempre nos ayudan desde que tengo uso de razón en el judo, y estoy muy agradecida’, manifestó.
Por último, dejó un consejo que nos puede servir a todos: ‘A los chicos del mundo, si tienen un sueño vayan y luchen por él (…) ese es mi mensaje’, soltó sin cortapisas esta ‘Peque’ de oro de Argentina, orgullo de América Latina.
ft/jdg/may
(*) Corresponsal de Prensa Latina en Argentina.