Tras la notificación comenzaron los acaparamientos, cierres, incertidumbres, cuarentenas, toques de queda y los esperados miedos ante lo desconocido, sensación que creció con la confirmación del primer fallecido el 10 de marzo de 2020: un profesor de 64 años con antecedentes de diabetes.
Una semana después, científicos del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud determinaron que el virus circulaba en la nación centroamericana desde febrero, luego de lograr la secuencia genética de este en un caso importado en el país.
Gracias al aporte de la ciencia, los panameños pudieron saber que las primeras cepas presentes en el territorio nacional eran muy similares a las detectadas en Italia y España, país este último al cual viajó la primera mujer confirmada de Covid-19 en el istmo.
La investigación también permitió conocer las mutaciones, rutas de transmisión, similitudes con otros virus y la procedencia del SARS-CoV-2, el enemigo invisible que hasta la fecha cobró la vida de cinco mil 934 personas en Panamá, la mayoría entre 69 y 79 años.
‘Habíamos tenido experiencias previas de contacto con otros coronavirus, pero no habían llegado a la magnitud que ha llegado el SARS-CoV-2. Realmente no estábamos preparados para lo que nos ha tocado vivir’, afirmó al canal TVN la doctora Patricia Llanes, del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología.
Al igual que ella, hoy son muchos los médicos e investigadores que dejaron sus rutinas diarias para hacerle frente a esta pandemia que cambió la vida de todos, incrementó la desigualdad, la pobreza y el desempleo, tensó la economía y puso a prueba muchas cosas, entre ellas el sistema de salud.
En solo un mes hubo que construir un hospital modular, adecuar instalaciones sanitarias de campañas, centros asistenciales y otros inmuebles para atender el incremento de casos positivos, cuya primera ola ocurrió entre junio y agosto del pasado año.
Sin embargo, lo peor sobrevino a finales de noviembre de 2020 y hasta enero último, tras la apertura escalonada de las actividades económicas, las fronteras marítimas, aéreas y terrestres, los centros comerciales y recreativos, entre otros, como parte del necesario proceso de reactivación.
Es así como la velocidad de los contagios aumentó en diciembre, en tanto ‘pasamos de un porcentaje de positividad promedio de alrededor de un 12 por ciento a un promedio semanal de 20, y hemos tenido días en los cuales hemos llegado a superar el 26’, explicó entonces el ministro de Salud, Luis Francisco Sucre.
La saturación de los hospitales colocó al sistema en una encrucijada, en la cual necesitó incrementar las camas y contratar a 231 médicos cubanos, quienes a juicio del director del capitalino hospital San Miguel Arcángel, Cosme Trujillo, llegaron a Panamá en medio de una situación compleja debido al número de contagios, ingresos y fallecidos por la Covid-19.
Al amanecer de Nochebuena y en medio de una férrea cuarentena arribaron al aeropuerto internacional de Tocumen los galenos de la isla, a los cuales Sucre felicitó y agradeció recientemente porque están aquí ayudando al pueblo panameño y sacrificándose junto a los médicos locales en los hospitales.
Entre las primeras medidas de contención anunciadas sobresalen el cierre de las escuelas, el uso de mascarilla y la toma de la temperatura corporal para ingresar a los establecimientos, actualmente vigentes, en tanto la trazabilidad casa por casa se convirtió en la forma más eficaz de identificar y atender los casos.
Sin embargo, ninguna resultó más esperanzadora como el arribo al país, el pasado 20 de enero, del primer lote de 12 mil 840 bulbos de la vacuna de las farmacéuticas Pfizer-BionTech, lo cual facilitó la inmunización inmediata del personal de salud que está en la primera línea de combate.
A través de negociaciones lideradas por los ministerios de Relaciones Exteriores y Salud, Panamá acordó inicialmente la compra de 5,5 millones de dosis de vacunas anticovid como parte de un Plan Nacional de Inmunización ‘sin precedentes’ en la nación, según las autoridades.
Pero mientras el proceso de vacunación continúa de manera escalonada para lograr la ansiada inmunidad de rebaño, la única forma de evitar el contagio es con el uso de la mascarilla, el lavado frecuente de las manos y el distanciamiento físico como hace un año.
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