Al intervenir en una conferencia virtual internacional por el Día Mundial del Agua coordinada por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Ovink señaló que el tema de la valoración del preciado líquido para la ocasión no podía ser más pertinente.
Expuso que lavarse las manos con frecuencia es simple y eficaz para detener la propagación del coronavirus; sin embargo, las tres cuartas partes de los hogares del mundo en desarrollo no pueden seguir esa regla, pues el agua ‘está fuera del alcance de demasiadas personas’.
Situación susceptible a empeorar, añadió, con el crecimiento demográfico y económico y el cambio climático, el cual continúa provocando estragos en el ciclo del agua, alterando los sistemas meteorológicos y los patrones de lluvia que producen demasiado o muy poco.
Apuntó que en los planes climáticos nacionales los proyectos de agua son escasos y citó como ejemplo que en 2018 las iniciativas en torno al agua de lluvia atrajeron apenas el dos por ciento de la financiación climática, muy por debajo de las estimaciones del Banco Mundial necesarias para los próximos 10 años.
Recalcó que si bien el agua es clave para la lucha contra la Covid-19 también lo es para la recuperación y para cada parte de la acción climática; si queremos reconstruir mejor, argumentó, necesitamos reconstruir con más azul.
El agua es el hilo conductos que une los innumerables impactos de nuestra salud y las crisis climáticas, expresó y acotó que desde la perspectiva del valor del agua en los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU, ‘ella es el facilitador, la fuerza impulsora de las mejores soluciones’.
Ovink recordó que los Países Bajos y Tayikistán son coanfitriones de la Conferencia de la ONU sobre el agua en 2023 y destacó la importancia de aplicar las lecciones de la iniciativa Valorando el agua para fortalecer las asociaciones globales, regionales y locales y los dos años que median sean un punto de inflexión azul para gobiernos, empresas y comunidades.
Todos sabemos que el agua merece una mayor parte de la financiación para el clima y el desarrollo y debemos valorarla en consecuencia.
Para ello, explicó, es preciso ser radicalmente inclusivos, que todos participen; gobierno, sociedad civil, científicos, pueblos indígenas, y principalmente las mujeres y los jóvenes.
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