Las elecciones, cuartas en el último bienio, decidirán cuál de los candidatos, todos homogeneizados en la expansión a costa de los territorios palestinos ocupados, será llamado a formar gobierno, misión que en las actuales circunstancias se anuncia cada vez más cuesta arriba.
Con todo y el fardo de las alegaciones en su contra, el primer ministro Netanyahu cuenta con el apoyo de la tendencia sionista a ultranza y controla los resortes del gobierno, además de la experiencia adquirida en sus casi 12 turbulentos años al frente del gabinete a pesar de que el presidente israelí, Reuben Rivlin, no aparece entre sus aliados.
Conocedor de los entresijos del espectro político israelí y sus sutilezas, Netanyahu con todo y las acusaciones en su contra es el candidato con mayor posibilidad de vencer en la consulta y, de confirmarse el pronóstico, atraería a las formaciones ultraortodoxas decisivas en varias ocasiones a la hora de integrar el gabinete.
Sin embargo, tiene contendientes de peso en su exaliado circunstancial Benjamin Gantz, de la formación Blanco y Azul, en alusión a los colores de la bandera israelí; Yair Lapid, de Yesh Latid (Hay Futuro), de postura ecléctica sobre un entendimiento con los palestinos y Naftali Bennett, el chico de oro de la ultraderecha por sus dichos maximalistas.
La carta en la manga de Netanyahu son los recientes acuerdos para el establecimiento de relaciones diplomáticas con Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Bahrein y Sudán, negociados por los omnipresentes oficiales del Mossad, el servicio de inteligencia exterior de Israel, y apadrinados por el expresidente estadounidense Donald Trump.
El apoyo del republicano Trump, del que Netanyahu blasonaba, es un fenómeno ya que, los demócratas han sido los más favorables a Tel Aviv; está por ver qué dirección tomará el equipo dirigido por el actual mandatario Joseph Biden, el segundo mandatario católico de la Unión; el fin del primero, John Kennedy, es de todos conocido, valga la digresión.
En esa faceta del tema, la eterna luna de miel Israel-Estados Unidos, existe la interrogante de la pugna entre la nación norteamericana e Irán por la reanimación del Pacto Integral de Acción Conjunta (PAIC) el cual prevé que Washington y la Unión Europea levantarán las sanciones económicas y diplomáticas contra la República Islámica.
En este ajedrez de contradicciones internas en su variopinto panorama electoral y los movimientos diplomáticos regionales, condenados por los palestinos, es que los israelíes acuden a las urnas a elegir una mayoría en la Knéset, el parlamento, que desde hace mucho se muestra elusiva para todos los contendientes.
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