‘Si prevenimos o incluso ralentizamos la replicación del virus, también podemos comprometer su supervivencia’, comentó Novelli.
Hasta el momento los resultados son esperanzadores, aunque es preciso pasar a ensayos clínicos con pacientes con Covid-19 y evaluar rigurosamente, además, si es capaz de prevenir la manifestación de síntomas graves y potencialmente fatales’, enfatizó.
Acorde con el especialista, autor principal del estudio, el cual contó con la colaboración de expertos internacionales, disponer de opciones de tratamiento, sobre todo en pacientes impedidos de vacunarse, es de vital importancia para salvar más vidas y contribuir a un mejor estado y manejo de la salud pública’.
En lugar de bloquear la entrada del virus en las células, intentamos averiguar cómo bloquear su salida’, explicó Novelli y añadió que en ese camino fue identificada la enzima llamada E3-ubiquitina ligasa, necesaria para que el virus salga de las células y se propague a otros tejidos del cuerpo.
La acción de esas proteínas, descrita en un estudio publicado en la revista Cell Death & Disease, también es similar en otros virus, como el del Ébola, indicó el experto y destacó que ‘esas proteínas no son del virus, sino nuestras y, por tanto, no se verían afectadas por las variaciones del virus’.
Encontraron también que los niveles de esas enzimas están elevados en los pulmones de los pacientes y en otros tejidos infectados con el virus de la Covid-19, descubrimiento que condujo a la identificación del I3C.
Para Pier Paolo Pandolfi, científico de la Universidad de Turín, quien junto con Novelli coordinó el estudio, es importante pensar a largo plazo y argumentó que, si bien las vacunas son muy efectivas, pueden dejar de serlo en un futuro ante la mutación del virus, lo cual explica la importancia de ‘tener más armas para combatirlo’.
El especialista valoró la importancia del descubrimiento de I3C y explicó el paso siguiente de ensayos clínicos para demostrar su eficacia potencial, como por ejemplo evaluar si es capaz de reducir las complicaciones clínicas muy graves que experimentan muchos pacientes después de pasar la fase aguda de la infección, aspecto que a su juicio representará un grave problema en los próximos años.
El estudio, apoyado por la Fundación Roma, contó con la colaboración del hospital Bambino Gesù, el Instituto Spallanzani, la Universidad San Raffaele, todos de Italia, y de varias instituciones de Estados Unidos, Canadá y Francia.
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