Ello representa un aumento del 73 por ciento en comparación con 2019, de las personas que malviven en campamentos, como se denomina en este país sudamericano a los barrios de casitas de cartón y zinc, carentes de casi todos los servicios básicos.
Ese aumento no se registraba desde la década de 1990, señala el Catastro Nacional de Campamentos, elaborado por la Fundación Techo Chile.
Aunque el número de personas que habitan en los campamentos no ha cesado de crecer, la pandemia generó un alza sin precedentes, a causa de los problemas económicos que han debido enfrentar millones de chilenos que perdieron sus empleos o vieron mermados sus ingresos durante 2020.
Pía Palacios, directora del centro de estudios de Techo Chile, declaró al diario La Tercera que el 50 por ciento de las familias que llegaron a vivir a campamentos declararon que perdieron sus trabajos, sus ingresos bajaron o les subieron el precio de los alquileres de una manera insostenible.
El catastro refleja igualmente la dura situación de quienes habitan en esos barrios marginales, donde prácticamente no hay servicios básicos y, por ejemplo, solo el seis por ciento de las familias tienen acceso a agua corriente.
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