Según el reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la nación istmeña fue pionera en América Latina y el Caribe en reconocer los derechos territoriales de los pueblos indígenas y de la propiedad colectiva en la Constitución Política de 1972.
Da cuenta, además, de la creación de la primera comarca (Guna Yala) en 1938. Un cuarto de siglo después, Panamá registraba cinco comarcas con más de 1,6 millones de hectáreas, que representan el 12 por ciento del total del país.
El documento señala también que los indígenas ocupan casi la mitad (48 por ciento) de los bosques de Centroamérica, de los cuales el 37 por ciento tiene un nivel de uso dentro de las áreas protegidas.
A juicio de la FAO, la mejora en la tenencia de zonas boscosas reduce la pérdida de la biodiversidad y evita las emisiones de dióxido de carbono, aunque su función protectora está cada vez más en riesgo.
‘Los pueblos indígenas y tribales y los bosques en sus territorios cumplen un papel vital en la acción climática global y regional, y en la lucha contra la pobreza, el hambre y la desnutrición’, aseguró el representante regional de la FAO, Julio Berdegué.
Precisó que sus territorios contienen cerca de un tercio de todo el carbono almacenado en los bosques de la región y el 14 por ciento del mundo.
El texto, elaborado de conjunto con el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, contempla más de 300 estudios publicados en las últimas dos décadas, los cuales reconocen que los pueblos originaros y tribales son los mejores guardianes de los bosques.
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