Estadísticas del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) revelan que el 80 por ciento de los 246 mil 33 agricultores registrados en el país se agrupan en esta categoría, los cuales han buscado alternativas para comercializar sus productos en medio de las restricciones impuestas por la Covid-19.
Según el MIDA, esta alternativa resulta la garantía más importante para solventar la seguridad alimentaria y nutricional, y muestra de ello es el aporte a programas nacionales como Estudiar sin Hambre y Panamá Solidario, los cuales contribuyeron a evitar una crisis alimentaria a la par de la sanitaria, generada por la pandemia.
A juicio del representante de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Panamá, Adoniram Sanches, esta iniciativa familiar juega un rol, cada vez más visible, en los objetivos de lograr un desarrollo sostenible con equidad en todos los territorios.
Esto, precisó, es gracias a la revalorización que lograron los pequeños agricultores en el contexto de la economía nacional, donde en los últimos 15 años se perdieron más de 100 mil hectáreas de producción y las exportaciones agrícolas registraron una reducción de más de la mitad.
De acuerdo con datos de la FAO, las zonas rurales panameñas concentran los grandes bolsones de pobreza y pobreza extrema, situación que impacta al 50 por ciento de la población, que en el caso de algunas comarcas indígenas alcanza hasta el 75 por ciento.
Sin embargo, Sanches reconoció que el país centroamericano logró avances en la agricultura familiar al crear en 2017 el Comité Nacional de Diálogo para este tema, como instancia responsable de representar a las agrupaciones de agricultores a nivel nacional, provincial, comarcal y de tierras colectivas.
A este mecanismo se suman la Ley (2020) y el Plan Nacional de Agricultura Familiar (2018) para el abordaje eficaz de las necesidades del sector.
‘Representa un gran avance que a través de estos marcos normativos, el país impulse los medios de vida de estas familias que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad y pobreza, particularmente después de las afectaciones generadas por el coronavirus (SARS-CoV-2)’, aseguró Sanches.
Enumeró la disminución en las ventas y la cancelación de contratos por la caída en la demanda ante los cierres de algunos mercados, entre las principales consecuencias generadas por la pandemia.
Datos de la FAO reflejan que en Panamá el índice de subalimentación alcanza a casi 300 mil familias (siete por ciento), mientras que el 36,7 por ciento de los niños en edad escolar y el 71 por ciento de los adultos presentan sobrepeso.
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