Así afirmó al canal TVN Javier Stanziola, del Centro de Investigaciones de Estudios Políticos, quien aseveró que muchos de ellos se reinventaron para ganar dinero y eso es notorio, ya que la tasa de empleos informales aumentó drásticamente hasta un 52 de todos los trabajadores, lo que equivale en cifras absolutas a unas 777 mil personas.
Con una tasa de desempleo de 18,5 por ciento de la fuerza laboral, el país enfrenta la peor situación de las últimas dos décadas, pues la mitad de los trabajadores con contratos suspendidos no regresaron aún a sus anteriores puestos, o en el peor de los casos su empleo desapareció con la quiebra de empresas o reducción de actividades, aseguraron expertos.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) al finalizar el año la desocupación pudiera reducirse hasta el 12 por ciento, tomando en cuenta que esa institución prevé entre ocho y 10 por ciento el crecimiento del producto interno bruto (PIB) para 2021.
Los elementos más dañinos de la informalidad para la familia es la inseguridad en la atención de salud, posibilidades de jubilación y otras prestaciones sociales de los empleos formales, además de la fluctuación en los ingresos que perciben, dijo Stanziola.
El economista rechazó criterios de otros especialistas, quienes opinaron que la flexibilización del mercado laboral repercutiría en reducir la desigualdad y la pobreza, pero se basó en el caso de Chile, la nación más desigual de la región, donde no se cumplió el axioma, como tampoco ocurrió en algunos países de Europa.
Sobre los requisitos para el empleo en Panamá, el experto reveló que el 80 por ciento de los puestos de trabajo solo requieren hasta sexto grado de enseñanza, y ello demuestra un bajo nivel de innovación en las empresas, lo cual no ayuda a incrementar los salarios y reducir la brecha en los índices de pobreza.
Esto no se resuelve creando regímenes laborales especiales para empresas transnacionales que se instalan en el país, las cuales importan fuerza especializada porque las exigencias para tales puestos escasean entre los locales, por tanto, se requiere -dijo- del desarrollo de políticas públicas que permitan una mejor preparación del mercado laboral panameño.
El PIB de Panamá cayó un 17,9 por ciento en el 2020, lo que significó ocho mil millones de dólares menos que el año precedente, y los augurios son lograr recuperar, al menos, la tercera parte de esa cifra, con lo cual la nación istmeña iniciaría una escalada que dejaría atrás la crisis a corto plazo.
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