Según el censo realizado por el Istat, casi 50 millones de personas visitaron las bibliotecas italianas en ese período, sin incluir las ubicadas en centros escolares y universitarios, para un promedio diario de ocho mil 500 por cada estructura.
El estudio comprobó que aunque el 22,7 por ciento cuenta con espacios de lectura inferiores a los 100 metros cuadrados y 48,7 dispone de menos de 20 puestos, el 80,6 por ciento funciona todo el año, con el 40 por ciento entre 12 y 30 horas semanales.
Además, el 73,3 por ciento posee áreas comunes accesibles a usuarios con discapacidades y el 53,2 garantiza la accesibilidad total a sus espacios y servicios, con ofertas las cuales, en muchos casos, trascienden las consultas y los préstamos de libros.
El 54,3 por ciento de las bibliotecas, indica la fuente, realizan actividades de promoción de la lectura, el 49,4 por ciento utiliza animaciones y laboratorios dirigidos específicamente a niños hasta 13 años y el 41 por ciento organiza conferencias, seminarios y eventos similares.
Otro rasgo distintivo del sistema, precisa el Istat, es su extensión territorial, con tres bibliotecas cada 100 kilómetros cuadrados y una por mil habitantes, más de las dos terceras partes de las cuales son gestionadas por gobiernos municipales, 9,2 por ciento por entidades religiosas y 7,1 por organizaciones privadas.
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