A Domínguez, escritor y periodista argentino, quien compartió con Eduardo Galeano andanzas literarias juveniles en la revista Crisis, se debe una anterior obra dedicada a la Cinemateca.
En cuanto a lo que escribió sobre El Galpón, un crítico del semanario Brecha percibió una historia sobre el espíritu de la izquierda en Uruguay, una buena pieza de su motor, esa que se liga a la sensibilidad artística en pro del compromiso político.
A través de las páginas escritas certifica la existencia de personajes principales, destacados actores y otros de reparto en situaciones difíciles para mantener un proyecto escénico de vanguardia.
Así emerge la figura de Atahualpa del Cioppo que algunos llaman el Artigas del hecho teatral en referencia al prócer nacional, y la comprensión política del asunto que dio forma a El Galpón, de la fusión de los conjuntos dramáticos La Isla y El Teatro del Pueblo.
Para del Cioppo era de particular importancia llevar el teatro a los más desprovistos sitios, algo que fomentó y puso en práctica no sólo en Uruguay, sino en varios países del continente durante el exilio en la dictadura.
‘Nos quisieron quitar la patria y lo único que consiguieron fue ampliarla’, dijo alguna vez.
Buena parte de Dura, fuerte y alocada está dedicada a las posturas de El Galpón en los años previos a la dictadura y en la posterior resistencia, y resalta la representación de La resistible ascensión de Arturo Ui, de Bertolt Brecht y la repercusión popular que tuvo.
La metáfora bretchiana del ascenso nazi encontró una respuesta en un tiempo más candente, el triste 1972, con Juan María Bordaberry de presidente y el recrudecimiento de la violencia estatal en las calles y el exilio hasta la vuelta a la democracia.
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