Nació como Le Matin, el 1 de mayo de 1898, bajo la dirección de Guillaume Chéraquit y 15 meses después, ante las dificultades de un periódico matutino, se convirtió en Le Nouvelliste, con el mismo equipo y línea proyectual.
Intelectuales, periodistas, escritores y reconocidas figuras de diversos ámbitos, plasman en sus páginas una visión comprometida con los lectores y que pretende alejarse de tendencias políticas.
Solo en dos ocasiones cerró sus puertas: en 1915, en el contexto de la ocupación norteamericana; y en 2010 el terremoto que vivió el país impidió su salida durante unos meses. Desde entonces se convirtió en un multimedio con formato impreso, digital y suplementos deportivos, culturales y juveniles.
Su director editorial, Frantz Duval, recordó que el rotativo ya vivió los estragos de la fiebre tifoidea, la gripe española, viruela, disentería, paludismo, difteria, tifus, tuberculosis, poliomielitis, meningitis, sida, cólera y recientemente la Covid-19.
Desde 1898 hombres y mujeres se enfrentaron a la actualidad y asumieron el papel de intermediarios. ‘Hemos visto algunos años difíciles, 2021 no es el peor de los años, pero está en la lista corta de los años horribles’, lamentó, en referencia a la aguda crisis política y la polarización que azota a la sociedad haitiana.
Hoy los males son la inseguridad y todas sus variantes, el coste de la vida, las oportunidades perdidas por las finanzas y las políticas públicas, fiscales y monetarias, analiza el periodista.
Denuncia, además, la corrupción y pasividad de quienes deben perseguirlos, y las soluciones inadecuadas a los problemas del país. Sin embargo, señala, aún hay esperanza, y mucho trabajo por hacer.
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