Según fuentes de los órganos de seguridad, los asaltantes irrumpieron en la aldea de Kodyel y mataron a tres decenas de pobladores, lesionaron a 20 e incendiaron varias viviendas e inmuebles de la comunidad en una aparente venganza por el reclutamiento de milicianos progubernamentales por las autoridades en la zona.
El gobernador de la región Este, Saidou Sanou, confirmó la muerte de ‘más de una decena de civiles’ y dos voluntarios de grupos de autodefensa en el ataque, y afirmó que esa agresión causó muchos heridos y daños materiales como consecuencia de las deflagraciones, conforme reportó por su parte el sitio noticioso Burkina24.
Ningún grupo armado asumió hasta ahora la autoría del ataque, amplió el funcionario, quien presentó sus condolencias a los familiares de las víctimas y solicitó a la población colaborar con las fuerzas de seguridad.
Ese asalto ocurrió días después de un acto similar que causó la muerte de 20 ciudadanos en asedios a dos localidades en el norte de este país de la semidesértica franja africana del Sahel, donde operan grupos extremistas de distorsionada confesión islámica que aterrorizan a la población y generan desplazamientos forzosos.
El aumento de la violencia perpetrada por facciones terroristas y el incremento de las tensiones entre comunidades complican actualmente la estabilidad de Burkina Faso, luego de la reelección del presidente Roch Marc Christian Kaboré en los comicios de diciembre pasado.
Ante tal situación, el primer ministro, Christophe Dabiré, dejó entrever hace tres meses un posible proceso de diálogo con los insurgentes.
En una alocución ante el Legislativo, Dabiré precisó: ‘No decimos que Burkina Faso esté en contra de las negociaciones con los terroristas’, lo cual observadores políticos identificaron como una señal en el camino del entendimiento.
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