Moïse reconoció que el trabajo en Haití es ‘colosal’, sin embargo reiteró que el Gobierno hará todo lo posible para reducir la fragilidad de las especies vivas en el entorno.
La cobertura vegetal de Haití ocupa entre el uno y el dos por ciento de la superficie terrestre, y expertos estiman que al ritmo actual podría descender aún más.
La poca área boscosa provoca la ocurrencia de grandes deslizamientos de tierra e inundaciones en los períodos lluviosos, así como la pérdida de cultivos, propiedades y vidas humanas.
Un estudio de 2018 alertó que junto a los árboles también desaparece la mayoría de especies de reptiles, anfibios y otros vertebrados.
Según una investigación de la Universidad Estatal de Oregón, Estados Unidos, 42 de las 50 montañas más grandes del país perdieron todo su bosque primario, y se presume que en las próximas dos décadas desaparecerá la cubierta forestal primaria restante.
Por su parte, un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), consideró que la superficie forestal de Haití se redujo al 12,6 por ciento del territorio nacional, y la cubierta forestal global se estima en 36,3 por ciento.
La tasa anual de deforestación estuvo relativamente contenida y estable del 2000 al 2010, pero casi se duplicó en los cuatro años siguientes y se aceleró drásticamente de 2017 a 2019 hasta alcanzar 0,49 por ciento.
La FAO indicó que la pérdida de biodiversidad refuerza las vulnerabilidades, compromete el desarrollo del país y afecta a todos los segmentos de la sociedad haitiana, especialmente a mujeres y jóvenes.
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