En los comicios del pasado 15 y 16 de mayo, solo tres de esos territorios eligieron a sus máximos cargos en primera vuelta, para lo cual era necesario lograr más del 40 por ciento de los votos, y dos fueron ocupados por representantes de la oposición.
En el caso de la importante región de Valparaíso el ganador resultó el independiente Rodrigo Mundaca, un reconocido dirigente social que se ha ganado un gran respeto luchando durante años por el derecho de las comunidades agrícolas al agua como un bien público.
De las otras 13 regiones, en cuatro las gobernaciones serán dirimidas por candidatos de oposición o independientes y en nueve estarán presentes representantes de los partidos de derecha.
Pero a juicio de no pocos observadores, estos van con marcada desventaja dado el poco respaldo al gobierno y las fuerzas oficialistas entre la población.
Por ello muchos ven los resultados del próximo domingo como la posible estocada final de la debacle electoral del 16 de mayo, en la cual la derecha quedó lejos de alcanzar un tercio de los 155 integrantes de la Convención que redactará la nueva Constitución de Chile.
En cambio, los independientes, surgidos muchos de las protestas populares que estallaron el 18 de octubre de 2019, y los partidos de izquierda, resultaron los grandes ganadores en esa ocasión.
Mención especial reclama la Región Metropolitana, donde casi siempre un representante de la derecha ocupó el máximo cargo, y esta vez el puesto lo discutirán Claudio Orrego, por la Democracia Cristiana, y Karina Oliva, de Comunes, partido integrante del Frente Amplio, de izquierda.
Estas elecciones resultan importantes porque este cargo, aun con atribuciones limitadas, significa una ruptura del profundo centralismo existente en Chile, ya que estas autoridades no serán simples representantes del Gobierno y disfrutarán de autonomía para priorizar temas de interés en sus territorios.
Además, los resultados pueden configurar en gran medida el panorama que se abre con vistas a las elecciones presidenciales y parlamentarias previstas para el 21 de noviembre próximo.
Como punto débil del encuentro en las urnas, nuevamente aparece el fantasma del abstencionismo, que fue alto en los comicios de mayo a pesar del marcado interés de la población por participar en la elección de la Convención Constitucional.
Se da por sentado que la asistencia será aun menor el próximo domingo a pesar de la movilización de todas las fuerzas políticas para tratar de ganar la atención de los electores.
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