Según la revista Journal of Neuroscience, el cerebro dispone de una especie de detector de mentiras que activan las neuronas de la corteza prefrontal.
Las llamadas piadosas, formalmente conocidas comos blancas de Pareto, tratan de ocultar una verdad para que otra persona no sufra o se vea perjudicada.
Tienen un fin altruista y casi siempre dichas para no herir sentimientos y conservar los lazos sociales establecidos, sostiene el estudio.
En teoría, son desinteresadas, pero en realidad muchas de ellas pueden tener una motivación egoísta y buscan sacar provecho individual, pero la actividad cerebral pone en evidencia las intenciones reales.
Los científicos pidieron a los voluntarios crear una mentira en medio de una supuesta situación y fueron monitoreados a través de imágenes por resonancia magnética funcional.
Descubrieron que ‘la motivación egoísta para la deshonestidad prosocial está codificada principalmente por una mayor actividad de la corteza prefrontal medial, especializada en calcular el valor de diferentes comportamientos sociales, el juicio moral y el comportamiento deshonesto’, subraya el artículo.
‘La corteza prefrontal medial es la región cerebral que esconde nuestras motivaciones reales para mentir’, enfatizan los expertos.
Los científicos afirman que sean mentiras azules (las que persiguen el bien del grupo social al que pertenecemos), blancas (altruistas) y negras (egoístas), todas son nocivas para las personas, y lo mejor es afrontar la realidad con la verdad desde el principio.
De modo que el cerebro –al cual no podemos engañar- sabe cuándo y por qué mentimos, y pensamos que está justificado hacerlo, pero en realidad es un acto deshonesto, plantea el estudio publicado por Journal of Neuroscience.
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