La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) indicaron que para evitar esa desgracia y salvar vidas es imperativo aumentar la asistencia alimentaria y la ayuda.
Aclararon, además, que esas acciones, a su vez, precisan de un acceso sin restricciones a todas las áreas, un cese de hostilidades y recursos financieros suficientes.
Un comunicado fechado en esta capital indica que más de 350 mil personas enfrentan condiciones catastróficas de la Seguridad Alimentaria (CIF) en la región de Tigray, ‘el número más elevado de individuos en la fase de catástrofe en un solo país en el último decenio’.
En Tigray y en zonas vecinas de Amhara y Afar, más del 60 por ciento de la población, unos 5,5 millones, se encuentran en niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda (Fases tres a cinco de la CIF).
Entre ellas, dos millones de personas están en emergencia de inseguridad alimentaria aguda (Fase cuatro de la CIF) y, sin medidas urgentes, podrían pasar rápidamente a padecer inanición.
Los organismos de ONU prevén que la gravedad de la inseguridad alimentaria crecerá de aquí a septiembre, sobre todo en Tigray, de igual modo calculan ‘que más de 400 mil personas enfrentarán condiciones catastróficas si no reciben ayuda urgente’.
A ello se suma la preocupación ante el peligro de que el conflicto se intensifique y obstaculice aún más la asistencia humanitaria.
Según el director general de la FAO, Qu Dongyu, las comunidades rurales del norte de Etiopía han sido muy afectadas por los choques armados, que han destruido granjas y acabado con las semillas y el ganado.
‘Es imperativo que ayudemos a estas comunidades a mantener alimentadas a sus familias y que apoyemos la producción local de alimentos, allanando el camino para una recuperación más rápida. Pero para ayudar a las personas al borde de la hambruna, necesitamos recursos y acceso, y ambos siguen siendo un problema’.
Por su parte David Beasley, director ejecutivo del PMA expresó preocupación ante el hecho de que, si bien pueden salvarse muchas vidas con la distribución de alimentos, sería muy difícil hacerlo a otras tantas ubicadas en zonas ‘a las que el personal humanitario no puede llegar’.
El acceso, acotó, ‘debe extenderse mucho más allá de las principales ciudades llegar a las personas que lo necesitan desesperadamente, dondequiera que se encuentren, con la asistencia adecuada y sin demora’.
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