La víspera la organización Primera Nación Cowessess reportó el descubrimiento de restos no identificados en la Escuela Residencial Marieval, en la provincia de Saskatchewan, lo cual se suma a los 215 cadáveres de menores reportados el pasado mes de mayo en un centro similar.
Esta fue una política gubernamental ‘increíblemente dañina’, expresó Trudeau al referirse a cómo durante décadas miles de niños aborígenes fueron sacados de sus hogares, de sus comunidades, de su cultura y de su lengua para convertirlos al cristianismo por la fuerza.
Fue algo que no podemos deshacer, pero podemos comprometernos cada día a arreglarlo en el presente y en el futuro, aseveró el gobernante en declaraciones a la prensa local, en las cuales no descartó la apertura de una investigación criminal sobre los hechos.
Dijo estar abierto a tomar las medidas necesarias para conocer la verdad, para ‘asegurarnos de que haya consecuencias para las organizaciones, instituciones y quizás, en algunos casos, para las personas’ relacionadas con la gestión de esos internados.
Recientemente la tribu local Tk’emlups te Secwepemc informó que encontraron enterrados los restos de más de 200 menores en Kamloops, en el sur de la provincia de British Columbia, en el lugar donde funcionó la escuela residencial para indígenas más grande del país.
A propósito de ese descubrimiento, el papa Francisco expresó sentirse adolorido y exhortó a las autoridades políticas y religiosas canadienses a colaborar para aclarar esa triste historia.
Desde el siglo XIX hasta la década de 1970 se hizo obligatorio en Canadá que más de 150 mil niños de las Primeras Naciones asistieran a centros de enseñanza cristianos, como parte de un programa sin basamento científico para asimilarlos a la sociedad canadiense.
Un informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, publicado en 2015, reportó que al menos tres mil 200 niños habían fallecido en medio de abuso y negligencia, y reveló unas 51 muertes solo en Kamloops entre 1915 y 1963.
El documento, de unas cuatro mil páginas, describió la situación como un genocidio cultural llevado a cabo con la complicidad de la Iglesia y el gobierno.
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