El crecimiento del PIB real global comenzó con una base más débil, ya que el resurgimiento de nuevas infecciones llevó a los gobiernos a endurecer las medidas de contención, por lo que se estima que el comportamiento (excluida la zona del euro) se desaceleró marcadamente hasta 0.7 por ciento en los primeros tres meses del corriente.
Dicho patrón refleja un incremento más lento tanto en las naciones avanzadas como en las de mercados emergentes.
Al mismo tiempo, la actividad en las economías desarrolladas fue más resistente de lo que se esperaba en las proyecciones anteriores, ya que los hogares y las empresas se adaptaron mejor a los bloqueos y fueron implementadas políticas de estímulo adicionales.
La desaceleración en los mercados emergentes, por el contrario, resultó ser más pronunciada, por la intensificación de la pandemia de la Covid-19, con un menor despliegue de las campañas de vacunación.
Desde la perspectiva del BCE y en la coyuntura actual, los datos señalan un fuerte impulso en la economía mundial en medio de signos más evidentes de divergencia entre países y sectores, en particular entre los servicios y la producción manufacturera.
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