Con esa segunda entrega, el MNCR tiene bajo su tutela dos mil 286 piezas de la llamada Colección Keith, quien entre finales del siglo XIX e inicios del XX sacó más de 16 mil objetos precolombinos, y tras su muerte los donó a diversos museos de su país.
Entre las nuevas piezas en cerámica y lítica destacan una lápida de mediano tamaño y un metate de felino, vasijas, jarrones y utensilios domésticos, figuras de piedra como espigas y escultura de bulto de la zona sur, metates de Guanacaste y sukias del Atlántico.
La primera entrega del museo norteamericano data de 2011, cuando repatriaron 981 artículos, revelaron en la actividad de presentación de las nuevas obras, a la que asistieron la directora del MNCR, Rocío Fernández, y la jefa del departamento de Protección del Patrimonio Marlin Calvo.
Fernández afirmó que completar esta colección es de suma importancia para el MNCR, con ella regresa una parte del patrimonio cultural de nuestro país y adelantó que serán objeto de exposición, algunas en la nueva sala de historia precolombina en restauración, y otras investigadas por especialistas.
Por su parte, la arqueóloga Leidy Bonilla, del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural, sostuvo que esas piezas los van a ayudar a llenar ciertos vacíos sobre todo en la tipología cerámica, así como en instrumentos y figuras de lítica.
El MNCR indicó que esta colección es importante porque se recupera por la voluntad del Museo de Brooklyn y no por un proceso judicial, ya que los objetos habían salido del país cuando no contábamos aún con legislación en esta materia.
Además, prosiguió, porque representan un momento histórico en la formación de colecciones y en el desarrollo económico, social y político del país, así como les brinda a los estudiosos información sobre formas, colores, diseños y dimensiones de los artefactos que no siempre son recuperados completos en las excavaciones arqueológicas.
De acuerdo con el Departamento de Protección del Patrimonio, la colección que reunió Minor Keith, formada por más de 16 mil piezas estuvo junta hasta 1914.
En ese año, explica, una parte fue prestada al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, otra fue vendida o donada al Museo del Indio Americano, Fundación Heye y al Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian y luego de la muerte de Keith, su esposa donó objetos al Museo de Brooklyn, mientras que otros fueron comprados en 1934.
Refiere que esas acciones fueron posible porque la familia Keith donó, prestó y vendió las piezas antes de promulgarse la Ley N° 7 del 6 de octubre de 1938, sobre control de la explotación y comercio de reliquias arqueológicas.
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