El miércoles la Misión de Paz de la ONU y la Unión Africana (Unamid) anunció que concluyó su retiro de la región occidental y tras eso ocurrieron los actos vandálicos contra sus locales, lo cual se asoció con la precaria situación de seguridad persistente en la asolada zona.
Desde enero, la Misión repatrió a sus ocho mil miembros, entre personal de seguridad o civil, y preparó la entrega de sus 14 bases a las autoridades, transferencia ocurrida en momentos de transición política sudanesa, afectada por una profunda crisis económica, tras la caída en abril de 2019 del gobierno de Omar Hasán al Bashir.
La Misión se desplegó en 2007, cuatro años después del inicio del conflicto entre fuerzas gubernamentales y las minorías insurgentes en Darfur, enfrentamientos que causaron 300 mil muertos y más de 2,5 millones de desplazados, esencialmente durante los primeros años, según estadísticas de la ONU.
El anuncio de la salida de la Unamid –también conocida como Misión Híbrida- generó grandes críticas y manifestaciones de protesta, así como creó un estado de incertidumbre en la población de Darfur, temerosa por su seguridad.
Durante los últimos seis meses, malhechores penetraron por la fuerza en los antiguos locales, cuyos mobiliarios fueron confiados a las autoridades, y se apropiaron de bienes por valor de cientos de miles de dólares, especialmente en televisores, grupos electrógenos y cables.
‘Los ladrones llegaron de todas partes y todo quedó desvalijado en algunas horas’, relató a la prensa Ahmed Aouad, testigo de un saqueo en el pueblo de Menuashie, a unos 65 kilómetros de Nyala, capital de Darfur del Sur.
Naciones Unidas esperaba que sus antiguas instalaciones beneficiaran a la larga a los habitantes, pero ocho de ellas ya resultaron saqueados por individuos no identificados, precisó la Organización.
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