El hallazgo, ubicado en el estado de Sajonia-Anhalt, cerca de la ciudad de Eisleben, incluye también 70 antiguas tumbas que datan de la centuria X hasta la XV y, según los científicos, los descubrimientos resultan de un proceso de excavaciones realizadas en el Palacio Real de Helfta, residencia de Otón I, conocido como el Grande.
Los estudios en el emblemático sitio comenzaron el mes de mayo último y, hasta el momento, revelaron los cimientos de una basílica con aproximadamente 30 metros de largo por 20 de ancho e integrada por tres naves divididas en seis secciones principales.
Entre los restos del antiguo templo, presumiblemente fundado en el año 968, los expertos encontraron un crucifijo románico de bronce con esmalte y un fragmento enorme de una campana de la iglesia.
A juicio de los especialistas, en su interior y en los alrededores aparecieron, además de las tumbas, monedas, broches con incrustaciones, pedazos de cerámica y trajes tradicionales y, al parecer, el lugar constituyó el escenario seleccionado por la aristocracia para sepultar a sus muertos.
Si bien la edificación experimentó un proceso de demolición hace varios siglos, las fosas de excavación, los restos de los cimientos y las reliquias del mobiliario visibilizan el otrora esplendor de ese inmueble y muestran cómo Otón I construyó una iglesia semejante a una catedral en miniatura.
El espacio estuvo consagrado a Santa Radegunda, princesa franca durante el siglo VI, fundadora de la abadía Santa Cruz de Poitiers, en Francia, y canonizada en el siglo IX, en nuestra era.
Para los expertos, constituyó un significativo lugar de culto durante más de 500 años, hasta su demolición tras la Reforma Protestante comenzada por Martín Lutero— teólogo y fraile católico, cuyas enseñanzas se inspiraron en la doctrina teológica- cultural denominada luteranismo— en Alemania.
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