La idea que retoma las experiencias popularizadas por el empresario alemán Hayco Baag hace una década, con la celebración de eventos silenciosos (con auriculares), constituye uno de los tantos ejemplos donde el arte reconfiguró sus escenarios y métodos para garantizar su permanencia.
Conciertos y performance en escaparates de librerías y tiendas, recitales ante vacas, actuaciones desde plataformas virtuales o videojuegos, espectáculos con hologramas, festivales en modo burbuja o shows desde balcones, resaltan entre las iniciativas asumidas desde inicios de 2020 como consecuencia de la crisis sanitaria.
En el caso de May, su idea se basa en tres elementos esenciales: remolque en movimiento, la pista de un aeropuerto antiguo de esta capital (Tempelhof) y una caravana de ciclistas como audiencia.
Si bien, las discotecas silenciosas llevan un tiempo entre la preferencia del público, el proyecto de la cantante alemana ofrece una oportunidad de reconectar con el mundo de los espectáculos, en tanto promueve el ejercicio físico.
Otra particularidad de este proyecto, radica en las ovaciones detrás de cada canción, pues siguiendo la idea del silencio solo se escucha en el trayecto el repique de los timbres de las bicicletas.
Según apuntó Baag, quien impulsa esta idea con las presentaciones de diferentes artistas cada semana, los conciertos pretenden reanimar la escena cultural durante la pandemia del coronavirus y a la vez mantener las medidas de seguridad para evitar el contagio.
Igualmente, el proyecto aprovecha el resurgir de las bicicletas durante la crisis sanitaria, ya que cifras recientes de la Asociación de la Industria de la Bicicleta, señalan que en 2020 las ventas aumentaron en un millón con respecto al año anterior.
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