La misa iniciada con una hora de retraso sufrió interrupciones de simpatizantes exigiendo justicia para Moïse y la familia presidencial, mientras aseguraban que el mandatario murió por defender a los pobres y los campesinos.
Los asistentes vestían con camisetas blancas estampadas con la imagen del gobernante y la fecha en la que fue asesinado.
Al oficio religioso le siguió una marcha pacífica con vítores, cantos y música para dar el último adiós al polémico gobernante cuya muerte avivó el sentimiento nacionalista y regionalista de la zona norte del país.
‘Justicia, queremos justicia’, gritaba una de las manifestantes con lágrimas en los ojos, mientras caminaba por las calles de la urbe del extremo norte.
La víspera el alcalde de la urbe, Yvrose Pierre, recordó en un discurso que los cinco magnicidios ocurridos en Haití fueron contra presidentes nacidos en el hoy departamento Norte, y sugirió que el asesinato de Moïse forma parte de una lucha de clases.
Para la noche está programada una vigilia, pero antes se esperan protestas en la ciudad, mientras aún sus residentes se encuentran en las calles.
En la Plaza de Armas, la alcaldía abrió un libro de condolencias que ya recibió cientos de firmas, y los funerales nacionales están previstos para mañana viernes en Quartier Morin, a unos nueve kilómetros del centro de Cabo Haitiano, en la residencia familiar de Moïse. Su cuerpo descansará junto al de su padre, quien falleció en octubre pasado.
El Gobierno declaró este jueves y viernes como feriados, y en Puerto Príncipe continúan los homenajes en el Museo Nacional del Panteón Haitiano.
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