Los ministros, presentes desde ayer en el país, realizarán su XXI Encuentro en el Castillo de Chalputpec, lugar emblemático por haber sido el último bastión que invasores de Estados Unidos lograron tomar en 1847 tras la dramática defensa de seis cadetes niños que prefirieron morir antes de entregarlo a los enemigos.
Su heroica acción nunca fue olvidada por los mexicanos y toda América Latina, consagrada en un monumento conocido como Altar de la Patria por la entrada de los leones que conduce, además, al castillo del gran bosque de Chapultepec, y al panteón.
En esa fortaleza, hoy convertida en museo, el presidente Andrés Manuel López Obrador pronunciará un discurso ante la presencia de los cancilleres con la singularidad de que el homenaje está dentro de las actividades conmemorativas de los 200 años de la independencia de México.
El vínculo histórico entre Simón Bolívar y los hechos de la independencia de México (entonces la Nueva España) es que, a pesar de que el Libertador estuvo en este país una sola vez en 1799.
Su arribo fue por una circunstancia ajena a su voluntad durante una travesía a España por lo cual su barco tenía que pasar por La Habana, pero se vio obligado retardar la navegación pues la isla estaba asediada por buques de guerra.
Fueron unos días los que estuvo aquí, y tenía apenas 15 años, pero suficiente tiempo para que se llevara en su corazón las ideas libertarias que incubaba ya el entonces desconocido cura Miguel Hidalgo Costilla, que derivó en el grito de Dolores por la independencia de México, cuando ya Bolívar afilaba su espada redentora.
A esa edad, ya Bolívar platicaba con el virrey don Miguel Azanza, sus vislumbres sobre la independencia de Caracas y argumentaba sobre la causa justa que implicaba, motivo por el cual el representante de la Corona le sugirió que siguiera su viaje.
En 1810, justo en el año del grito de Hidalgo, inició su campaña militar y política que independizó de España gran parte de América del Sur y bajo la idea de que América Latina debía estar unida con México como la metrópoli por excelencia.
Siguió de cerca el movimiento de Morelos, así como el proceso de promulgación de la nueva Constitución a manos de Francisco Javier Mina.
También leyó la obra de fray Servando Teresa de Mier titulada Historia de la Revolución de la Nueva España y diputado por Nuevo León, quien propuso el 13 de marzo de 1824 reconocer a Bolívar ciudadano mexicano y de todas las repúblicas liberadas de América.
Toca hoy a los cancilleres rendirles ese tributo como ciudadano universal de estas tierras posteriormente usurpadas por el gobierno de Estados Unidos, y en un escenario muy especial, como es el de la Celac en la cual no está presente ‘el vecino del norte brutal y revuelto que nos desprecia’, como dijera el prócer de Cuba José Martí, .
Es por lo tanto muy simbólico que México haya decidido unir estas dos actividades en una sola, y más aun, que se realice en un lugar ícono de la resistencia nacional a los imperialistas estadounidenses como el Castillo de Chapultepec, a solo unos metros del monumento a los niños que la defendieron.
También lo es que los cancilleres se reúnan bajo la idea bolivariana de unidad ante los actuales retos que enfrenta la región.
Después de la muerte de los seis últimos cadetes que resistieron la arremetida invasora, Estados Unidos se quedó con la mitad del territorio mexicano, sin lo cual no fueran ni la sombra de la potencia económica y militar que es hoy.
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