Según datos de la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer (AAIC, por sus siglas en inglés), el número de personas con dicho padecimiento casi se triplicará hasta superar los 152 millones en 2050 y el mayor incremento debe producirse en África subsahariana oriental, el norte de África y Medio Oriente.
Las cifras, reveladas por un estudio del Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud de la Facultad de Medicina de la universidad de Washington, sugieren que dicha elevación es causada también por factores como el crecimiento poblacional y el envejecimiento, ‘aunque la importancia relativa de esas variables es diferente según la región del mundo’.
Además, detectaron que los números pasarán de un promedio de 57,4 millones de casos en 2019 a un estimado de 152,8 millones dentro de casi tres décadas.
Por su parte, el Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos estima que las personas mayores de 65 años constituirán el 16 por ciento de la población mundial en 2050 y prevén que 10 de cada 100 mil personas desarrollan demencia de inicio temprano (antes de los 65).
Sin embargo, refiere el informe de la AAIC, los investigadores de dichos centros descubrieron que los cambios esperados en los niveles de educación podrían conducir a una disminución de la prevalencia de la demencia de 6,2 millones de individuos en todo el mundo entre 2019 y 2050.
‘Ambas evaluaciones permitirán a los responsables políticos y a los encargados de tomar decisiones comprender mejor los aumentos previstos en el número de individuos con demencia, así como los impulsores de esos números en un entorno geográfico determinado’, indica el texto.
Además, resalta la AAIC, mejorar la calidad del aire también contribuiría a optimizar la función cognitiva y reducir el riesgo de demencia.
Informes científicos han relacionado la exposición a la contaminación atmosférica a largo plazo con la acumulación de placas cerebrales relacionadas con la enfermedad de Alzheimer.
‘La exposición a largo plazo a contaminantes atmosféricos también se asoció con mayores niveles de beta amiloide en la sangre en una gran cohorte estadounidense, lo que demuestra una posible conexión biológica entre la calidad del aire y los cambios físicos del cerebro que definen la enfermedad de Alzheimer’, señaló el comunicado de la asociación estadounidense.
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