La nación europea vivió minutos de gloria en Tokio 2020, gracias a las brillantes actuaciones del saltador de altura Gianmarco Tamberi y el velocista Lamont Marcell Jacobs, un eléctrico desde cualquier ángulo.
Y aunque cronológicamente Tamberi ganó primero, la súper sorpresa resultó Jacobs, quien nació en la ciudad de El Paso, Texas, Estados Unidos, pero desde muy pequeño vivió en una comuna de Lombardía.
A sus 26 años, el corredor dominó los 100 metros planos para convertirse en el heredero del trono dejado vacante el enorme jamaicano Usain Bolt y en el primer europeo que gana la distancia desde el británico Linford Christie en Barcelona 1992, además, con un récord continental de escándalo: 9.80 segundos.
Cuando la mayoría esperaba el regreso a la cima de un exponente de Estados Unidos, el nuevo campeón dinamitó los vaticinios y los norteños deberán esperar hasta París 2024 para ocupar un espacio que se le hace esquivo desde Atenas 2004.
La victoria de Jacobs cerró unos instantes sensacionales para los italianos, porque antes Gianmarco Tamberi terminó igualado con el qatarí Mutaz Essa Barshim por el oro en la altura, ambos con 2.37 metros.
Al final, tras los fallos individuales en 2.39, Tamberi y Barshim decidieron no ir a por más y que ambos quedaran como campeones de la modalidad, en el Nuevo Estadio Nacional de Tokio.
Por supuesto, esos resultados desataron el furor entre los italianos presentes. La mayoría eran periodistas, quienes no dejaban de gritar y aclamar a los suyos en una jornada que quedará en letras mayúsculas en sus libros de relatos deportivos.
Entre la euforia, uno de ellos explica el por qué de la emoción: ‘Mira, es como si Cuba ganara dos medallas en una misma noche en la natación’, expuso confiado, casi en forma de alarde.
Para su suerte, el colega calló y recordó aquel 24 de de julio de 1996, cuando dos cubanos (Rodolfo Falcon y Neisser Bent) brillaron en los 100 metros estilo espalda y obtuvieron premios de plata y bronce. Italia, 25 años después, tuvo una de esas noches mágicas.
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