Gran parte de las víctimas fatales, más de 30, son militares despachados de urgencia a la ciudad de Tizi Ouzou, en la Gran Cabilia, escenario de los siniestros, para colaborar con los bomberos en la extinción de los incendios, que las autoridades sospechan fueron provocados aunque se han abstenido de aportar pruebas.
La Gran Cabilia es una región en la cual se asientan los bereberes, un conjunto de etnias oriundas del norte de África, las cuales tienen su propia lengua y cultura y se caracterizan por su vida trashumante.
El primer ministro argelino, Aimene Benabderrahmane, llegó a la zona de la catástrofe con una delegación de altos funcionarios encargado de evaluar la situación y elaborar una respuesta rápida al desastre provocado por los incendios que se replican en varios estados con costas al Mediterráneo.
Las labores de salvamento y combate a las llamas son obstaculizadas por tres factores principales: difícil acceso al área, la sequía y por ende la escasez de agua, y las altas temperaturas superiores, a los 40 grados Celsius de un verano más tórrido que lo habitual, junto a la casi inexistencia de humedad ambiente.
Además de las muertes y los internados en los hospitales con quemaduras y síntomas de asfixia, los incendios provocaron un éxodo de la población amazigh, como también se llama a los berebere, para cuyos individuos se han instalado campamentos de acogida.
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